Tómate
un momento y mírame, ¿No ves que me voy? Evita lo risible y deja conocer qué te complace, qué te llena y te dice que en el fulgor de la
vida nos abrimos y ahora en la sequía alguno de los dos debe marcharse. Aún con
todo el miedo que llevo dentro, soy como
un animal que gusta olerte y lo sé, sé que a donde voy nadie tendrá tu aroma.
Tómate
un momento para herirme un poco más, bésame y abrázame, dime que nada está
pasando, recoge mis pasos con un te quiero, resúmelo y júrame cualquier cosa, te lo ruego y te pido que me engañes, aunque sepa que me miento.
Anda,
siéntate a mi lado y abrázame con timidez, como quien ha conocido la fragilidad,
acerca tu rostro y miénteme, hazlo descaradamente como todo aquello que no te
ha dolido decirme, así es como lo quiero.
Toma
mi mano y finge que te importa, sabes que te voy a creer. Apriétala contra tu
pecho y llévala a tus labios, sella con un tierno beso tu triunfo, tu
decisión y tu arrojo. Confirma mi partida
con tu aliento, como si te costara creerlo, como si todo el calor de nuestras
manos fuese un tesoro que no te importa perder.
Y nada
más hermoso que unas lágrimas, de esas que no se
anuncian con una voz quebrada ni con una mirada a otro lado, de las que sólo
brotan y caen, es todo lo que necesito para
partir creyendo en un mañana, en una nueva vuelta, en un no adiós.
Despídeme
con una sonrisa fraternal, me voy lejos y necesito creer que pensarás en mí,
que sólo tropezamos y la culpa es compartida. Creéme, a nadie le diré que fue un adiós pues para mi no lo fue. Les diré cuanto nos extrañamos y las ganas intensas que
tenemos de encontrarnos nuevamente.
Y
así saldré por esa puerta, dejando atrás una vida y envidiando tu alegría. Viajaré soñando mi regreso e imaginando tontas estampas de algo que nunca sucederá. Con la mochila llena de
recuerditos de papel no lograré volver, pero eso ya lo sabes. Lo sabías todo. Siempre
lo supiste. Coño.
FIN
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