Hasta ahora el Señor Flip lleva una vida citadina monótona y muy tranquila, lejos está de imaginarse que está a las puertas de vivir lo más alocado de su existencia porque no sólo acaba de perder a su familia, sino que está sufriendo en carne propia lo que nadie: Acaba de fallecer pero sigue aún vivo, le queda muy poco tiempo antes de que su cuerpo lo complique todo.
-Capítulo 3- LOS RECUERDOS
Guardo silencio, sigo mirando al frente, no doy crédito a lo
que escucho pero tampoco demuestro asombro por demás. Me abstraigo a propósito
para pensar un poco ya que esto podría ser verdad y sé que me estoy descomponiendo,
pero todo esto me suena increíble. El muchacho es un embaucador, se le nota de
lejos. A ver cómo me zafo de ésta, no de la muerte sino del pelirrojo irritante
y su historia increíble.
-¿Por qué no te vas? –Le pregunto-
-Solo vine a traerle estos papeles Señor Flip, nada más pero
si usted gusta le puedo traer algo de abajo, ¿Cómo está su alacena? –Me pregunta
levantándose del viejo mueble dirigiéndose hacia la oscura cocina, donde abre
las puertas de los gabinetes superiores-
-¿Cómo va a estar la alacena? ¡Llena de potes con cal! ¡Agua
oxigenada por doquier y vendas! ¡Eso es todo lo que hay! –Le grito desde el
mueble-
-Ya veo, si…está surtida. No le ofrezco agua por razones
obvias, ¿Desea un libro? Debajo del puente aún están los vendedores, aún es
temprano y podría traerle algo de aventuras o de investigación del cuerpo
humano ¿Qué opina?
-No. Quiero que te vayas, luego veo lo que hay en la caja.
-Bien, si no me necesita para algo, me regreso, aún tengo
mucho recorrido y tengo hambre, esta cuadra es un gran sitio para picar algún panecillo.
El chico se dirige a la puerta sin decir nada más, pero
cuando está por abrirla me asalta una duda que llegó con un pensamiento confuso
y que apenas puedo distinguir, no lo tengo claro pero será imposible que me
quede con la inquietud. Aunque sigo sentado más rígido que de costumbre, desde
acá puedo ver los lentos movimientos de su mano izquierda buscando la llave,
observo con detalle la forma como Arnoldo toma el picaporte con su mano derecha,
la acaricia primero, como si no quisiera salir o si lo estuviese pensando,
lentamente le da vuelta hacia la izquierda e introduce la llave, todo ocurre
muy lentamente ¿Será mi seco cerebro que me juega una pasada?
-¡Espera un momento muchacho! ¡Acabo de recordar algo! Por
favor, no te vayas –Interrumpo la salida del chico con mi voz quebrada-
-Sí, dígame Señor Flip ¿En qué le ayudo? –Voltea el chico
intrigado-
-Arnoldo, acabo de recordar a una mujer y a una niña, son imágenes
confusas, pero ahí están ¿Tuve una vida?
¿Una familia?
-Si Señor Flip, la tuvo. Su esposa y una hija, así es.
-¿Y qué pasó con ellas? ¿Saben que estoy acá?
-No, no lo saben. No saben nada de usted ni de su estado
actual.
-¿Y qué creen que pasó conmigo?
-Yo estuve en su funeral Señor Flip, fuimos todos y estuvo
genial, la verdad que la agencia logró un evento muy hermoso y…
-No te distraigas Arnoldo –Le interrumpo- Dime que pasó con
ellas, por favor
-Su esposa aún estaba embarazada cuando sucedió todo
aquello, la vi muy afectada como todos, no paraba de hacerse preguntas pero
había unos familiares que la consolaban
-¿Y después que sucedió?
-No he sabido mucho Señor Flip, unos días después su esposa
estuvo en la oficina reunida con el Sr Adelino, fue algo privado, no supimos de
qué hablaron, quizá de una indemnización o algo así, dicen que la suma podría
ser muy alta por tantos años de servicio.
-¿Entonces ella cree que estoy muerto?
-Señor Flip discúlpeme pero está usted muerto, sin duda.
Las imágenes de esa mujer y de la niña llegan a mi mente
fugazmente, muy borrosas para mí y así mismo desaparecen, como pinchazos de
aguja y luego ya no están, conversar con este chico ha sido muy útil pero
quiero estar solo para esforzarme en recordar más, la quietud de la casa podría
ayudarme.
-Gracias Arnoldo, fuiste muy útil, puedes irte, anda a hacer
tus cosas
-Está bien Señor Flip, vendré en una semana como siempre y
si surge algo antes, estaré por acá, Don Adelino está muy ansioso por estos
días, debe ser por el cierre fiscal, este tipo de cosas le aterran porque debe
pagar mucho dinero al estado, él no es muy amigo de pagar…usted sabe.
El chico se dio vuelta y desapareció por la vieja puerta,
escuché cómo se aseguraba por fuera que todo estuviera bien con la cerradura, el
sonido de sus pasos desaparecían en las escaleras que dan hacia el piso
contiguo así cómo escucho las pisadas de todos los que suben y bajan sin parar
por estos recovecos oscuros.
No recuerdo haber salido de acá, quizá lo hice pero lo tengo
presente en mi memoria, ¿Cuántas calles llenas de colores, olores y personas
disfruta Arnoldo al venir? ¡Cuesta imaginarlo! El movimiento que puedo ver por
mis dos ventanas me dice que hay mucho allá abajo. Un callejón tranquilo y una
avenida principal transitada delatan el latir de esta ciudad, cómo me gustaría
bajar y conocer o tal vez reconocer. ¿Por
qué no? Hoy supe que llevo meses acá encerado pero en mi mente solo han pasado
un par de días, no lo entiendo ahora, espero encontrar respuestas.
La conversación con Arnoldo me llena de contradicciones y
las imágenes borrosas de la mujer y la niña no deja de pasar por mi confuso
cerebro, van y vienen, se mezclan y me confunden, no respiro ni transpiro, no
sufro de apetito ni defeco, no me da sed ni sueño pero mi mente se activa muy
bien por ratos y en otros instantes se atropella a sí misma, no siento nada
pero saber que sucedió con mi esposa y mi hija aparecen como un prioridad en mi
panorama inmediato.
¿Saben qué? Quiero salir, si, salir a ver que hay afuera y
que se siente, no voy a estar más tiempo en este viejo mueble, debo
planificarlo bien o será un fracaso y pondría en riesgo mi permanencia en este
viejo, frío y sombrío apartamento. ¿Me atrevo o lo pienso por unas horas? ¡Tengo
toda una vida para pensarlo! ¿Qué podría salir mal? Nadie se dará cuenta, con
tanto alboroto debería pasar desapercibido, de eso estoy seguro.
Creo que han pasado un par de horas desde que tuve la idea
de salir a husmear, no alcanzo a ver la hora en el desgastado reloj de pared,
mi vista se ha deteriorado con los días o meses, el paso del tiempo parece no
afectarme a la misma velocidad que afecta al entorno de estas calles. Escucho
los gritos de los hombres que descargan mercancía para las tiendas de abajo y
se mezclan con las cornetas de los autos cuyos choferes se desesperan ante
tanto desorden y cruce de carretillas de un lado para el otro, muchos caen en
insultos y las emociones se disparan, sé que es el tiempo que los afecta y les
ordena cómo deben actuar, unos van tarde y otros ni llegarán, algunos lograron
cumplir con sus tareas y de seguro hay cientos que en su lucha contra el reloj
ya se rindieron y dejan que el mundo avance.
Esta decidido, voy a salir. Debo levantarme y seguir el
protocolo de quien va a pisar afuera, eso implica dominar los detalles y tener
una lectura perfecta de cada paso que daré, ¿Cómo lo voy a lograr? Si no me
levanto, poco será lo logrado. Hacia allá voy, el tiempo no me detendrá.
CONTINUARÁ
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