SUBURBIA BOOKS

domingo, 21 de noviembre de 2021

Cap. 1 / TODO EMPIEZA POR EL PRINCIPIO


Hasta ahora el Señor Flip lleva una vida citadina monótona y muy tranquila, lejos está de imaginarse que está a las puertas de vivir lo más alocado de su existencia porque no sólo acaba de perder a su familia, sino que está sufriendo en carne propia lo que nadie: Acaba de fallecer pero sigue aún vivo, le queda muy poco tiempo antes de que su cuerpo lo complique todo.

-Capítulo 1- TODO EMPIEZA POR EL PRINCIPIO

-Muchas gracias por venir Señor Agente-Pude atinar inquietamente como quien recibe una visita inesperada- pero la situación acá no está fuera de control. No he sabido de ningún vecino que haya presentado queja alguna. ¿Usted si, Señor Agente?

- Señor Flip, recibimos tres quejas en el departamento esta semana, por eso estoy acá –increpó el agente-

-Y a mí me cuesta creer que usted insista, si no tiene nada más que preguntarme le pido que se retire, me siento algo cansado y necesito recostarme, la soledad que también agota.

El agente no dejaba de observarme como quien no cree lo que ve, como intentando hacerme confesar algo que no hice, entre sus canas perfectamente peinadas con gomina, sus gafas a media nariz y su traje barato pero bien planchado, parecía más bien un director de escuela mal pagado y yo el alumno interpelado.

-Muy bien, hemos terminado por ahora Señor Flip, pero no crea usted que dejaré de observarlo, Esgrimió el agente levantándose de mi hundido y descuidado mueble-

-Lo acompañaría hasta la puerta, pero está justo detrás de usted. ¿Sería tan amable de cerrar al salir?

-Como no –afirmó el agente- nada me cuesta. –dijo dirigiéndose hacia la pequeña puerta en tan sólo dos pasos que me parecieron eternos, para luego desaparecer dejando sólo el aroma de su perfume corriente.

Una vez largado el agente entrometido, me senté a mirar el techo deteriorado, la verdad es que a mí sí me llegaba un olor a descompuesto, pero no lo iba a admitir, al menos no por ahora. Necesitaba estar acorralado y aún no me considero contra las cuerdas, aún no.

Este mueble en el que recién estoy recostado es ahora mi único amigo y huele a mí, puedo descansar en él, le cuento con lujo de detalles mis últimas ocurrencias, hasta llego a dormir acá sentado por horas enteras y me entretiene muchísimo levantarme y ver cómo queda la forma de mi cuerpo en el relleno vencido, que por cierto aún conserva su color rojo y está irremediablemente reñido con mi almohada azul de paticos amarillos, cada vez que la traigo al mueble para dormir una buen siesta juntos, la encuentro tirada en el suelo sin explicación alguna y sin indicios, sólo recibo la indiferencia de ambos objetos, lo cual me indica que algo anda mal, muy mal en esta casa.

Para ser sincero, no tengo nada que hacer más que estar sentado acá y pasar tiempo de un lado a otro dentro de estas paredes, es lo bueno del desempleo y del divorcio, ambos te regalan tiempo, te devuelven todo aquello que las empresas y el matrimonio te han robado, todo lo que han tomado sin pedir permiso. Todos deberíamos ser desempleados y divorciados alguna vez, sólo para pasar tiempo en nuestros hogares, eso eliminaría el tráfico innecesario, los rancios almuerzos fríos de oficina junto con las conversaciones intrascendentes de los compañeros de infortunio.

Mirar por las ventanas también le da sentido a mis horas, mi cuadra no es tan entretenida como quisiera pero eventualmente puedo hacerme de un buen espectáculo si soy paciente, otra ventaja de la soledad es que si pasara horas en una oficina me perdería toda la vida que se puede apreciar siendo un mirón, un voyeur de tercer piso. Observar cómo caminan mis vecinos, qué miran, cómo lo miran, a qué hora salen y si regresan o no, los que llegan y los que se mudan, las cosas que botan y las que recogen, siendo honesto llega a parecer un programa de televisión, las rutinas, el reparto, los personajes invitados, los especiales de fin de semana y otras fechas. Mis ventanas me muestran mucho más de lo que creo observar, me dan tanto que hasta he llegado a colocarles nombres propios sacados de la historia humana, claro está.

Voy a explicarme: Sólo son dos ventanas, la pequeña pero entusiasta y muy ocupada Martha, inquieta y diligente, nunca está tranquila, siempre está golpeando por la brisa lo que la convierte en una chica muy difícil de controlar.  Y por supuesto está María, la grande. Ambas están colocadas en los extremos de una larga pared con forma de ele, Marta da hacia el callejón pequeño, es un sitio tranquilo pero de grandes secretos y María esta justo donde empieza la avenida principal con todo su bullicio, escándalos, autos veloces, camiones cargados y gritos de los comercios, ¡Ah! por cierto otra ventaja más de ser un mirón es la perfecta invisibilidad.

Creo que ya en este punto debo sincerarme con quien esté leyendo estas líneas, y para honrar mi compromiso voy a decir la verdad: Estoy muerto, pero no muerto de envidia o de soledad, ni muerto de cansancio o cualquier otra utilidad que se le pueda dar a esa idea, yo en realidad estoy muerto, dejé de respirar, ya no duermo ni transpiro, no siento hambre ni sed, voy al inodoro y pierdo mi tiempo y honestamente siempre pensé que iba a ser peor pero no siento nada en realidad, he estado observándome y mi piel ha ido cambiando, ahora está acartonada en algunos puntos complicados como las rodillas, los codos y parte de la cara.

Es muy incómodo permanecer en una sola posición por mucho tiempo y debido a esa nueva condición debo mantenerme activo y moverme de un lado al otro, hace poco me coloqué una crema que encontré en el baño y me apresuré a aplicármela en la cara, fue un ejercicio que me dio resultados inútiles y es que ya no transpiro ni absorbo a través de los poros, es una acción que mi cuerpo no ejecuta obviamente.  Pasé varios minutos observándome frente al espejo, invertí una buena cantidad de tiempo viendo mi rostro. La poca luz del bombillo amarillento me otorgaba un carácter dramático como quien juega al personaje antiguo, las sombras que se producen en mi rostro se cuelan entre las arrugas producidas por mi muerte, quiero sonreír y me cuesta, quiero comer y no tengo hambre, quiero vivir y no puedo y si quisiera morir, tampoco se me da.

CONTINUARÁ

2 comentarios:

  1. Buenísimo, esperando la continuación, te felicito una vez más

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  2. Hola Ruben, Como estas? Gracias! Hay unos 4 o 5 capitulos ya publicados aca...puedes leerlos cuando gustes...

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