Richard
y Marla ostentaban entre sí un amor secreto, quizá el más discreto en toda la
historia de las pasiones humanas. No
hacían daño a nadie y así lo preferían, ambos compartían la dirección del Proyecto Nivel 42, un programa artístico
ambicioso que exigía la mayor compostura en lo profesional y personal. De allí
sus elaborados planes para disfrutarse mutuamente los cuales comprendían toda
una elaborada estrategia exitosa, hasta
el viernes pasado.
Luego
de disfrutar una cena de carácter laboral pero pasada de copas, corrieron como
niños a amarse en aquel motel, su preferido. Era el único que conocían con el
sistema de circuito cerrado fuera de servicio, lo que les aseguraba el
anonimato.
Cambiar
de auto, de ropa, de rutas, el uso de lentes, gorras y otros implementos eran
la llave de su éxito y con excelente resultado. Esa noche no iba a ser menos,
ya en la cama, en pleno acto amatorio y con Marla encima de él, algo no andaba bien,
Richard está sudando excesivamente hasta presentar unos espasmos que en pocos
minutos lo llevaron a la muerte. Si, a la muerte y en una habitación de hotel
clandestina dentro de una relación no menos.
Marla
tardó minutos en reaccionar y por más que lo intentó con técnicas básicas, no
pudo reanimarlo. Luego de un llanto profuso y minutos de reflexión,
tenía un plan. Esto sería la catástrofe
del Proyecto Nivel 42 y para ella
sería el fin de años de esfuerzo. Hay programas y patrocinantes que no perdonan
esta clase de deslices.
Ya
no es un asunto de amor o pasión truncada, ni de perder a un compañero valioso,
ahora hay que sobrevivir porque en pocas horas será de día y los lobos no
perdonan, Marla sólo tiene una frase en su mente: “Fue bonito mientras duró”.
Como
toda mujer exitosa que cuida los detalles, recordó los guantes de polipropileno
que siempre lleva en su bolso, así como el alcohol que utilizó para borrar las
huellas que pudo del cuerpo de él, de “todo
su cuerpo”. Recogió cualquier
evidencia posible mientras se maquillaba y arreglaba su cabello, para ese
momento el cadáver estaba envuelto una sábana, perfectamente amarrado y listo
para ser trasladado.
Eran
las 3:52 de la madrugada cuando Marla llevó a rastras a su otrora amado y
compañero hacia el vehículo en la parte posterior del Motel. No había ni un
alma pero sí muchos nervios. Sintió un escalofrío al escuchar la voz del recepcionista
quien estando de espaldas le gritó desde un cuarto al fondo del pasillo:
–¿Desean
un poco de café antes de irse? ¡Acabo de colarlo!
–¡No,
gracias!–Responde Marla apresurando el paso–¡No me provoca y él lo acaba de
dejar!
El
auto utilizado esa noche para su escapada romántica era un modelo viejo y
discreto, cuyos trucos para abrirlo y encenderlo solo los conocía Richard. Aun
así, lo logró en un tiempo asombroso. Con el cuerpo ya sobre el asiento de
atrás, le retiró la blanca sábana y lo recostó suavemente.
Ya
en el camino y sorteando todas las complicaciones para hacer andar el auto, manejó
veloz con la mente en blanco rumbo al edificio donde se conocieron tiempo atrás
y aun vivían, pero en apartamentos separados.
Siempre fue así.
Solo
un detalle: Aunque se condujo lejos de la avenida principal, no pudo evitar un
operativo policial propio de la hora en un viernes alocado. Sonrió como pudo a
los oficiales y mostró sus credenciales buscando zafarse, pero un oficial no
pudo resistirse a alumbrar dentro y preguntar:
–Señorita
¿Qué tenemos acá? A ver…mascarilla, guantes…perfecto. ¿Y el caballero?
–Tiene
mala bebida…pero se acabó.
–Más
le vale, el alcohol puede reducir sus expectativas de vida.
–Opino igual.
–Si
hay alguna irregularidad puede denunciarla, lo ponemos en custodia hasta que
despierte.
–No
hace falta, créame que no beberá más.
–Suena
bien, ahora sigan adelante, ¡Esta noche parece no terminar!
Marla
no podía ya con tanta tensión, afortunadamente el resto del camino estuvo despejado. Antes de llegar a su destino, se detuvo un par de minutos
para despedirse amorosamente:
“Gordo, gracias por todo
lo que hiciste por mí. De verdad fue mucho
el apoyo que me brindaste, ahora nos separamos…espero sea hermoso para ti y que
yo pueda seguir con todo. Fueron tiempos bellos, de muchas satisfacciones y créeme
que te voy a extrañar, pero eras tú o yo y Dios decidió llamarte. Ahora que
puedo ser sincera sin que me interrumpas, si lo pienso bien yo me labré mi
propio camino, estaba capacitada y con el ánimo correcto, fué mi idea y es cierto que me
apoyaste pero te convenía, te digo esto sin condenarte. Seguiré adelante y el proyecto
será cada vez más grande y tendrá mi nombre, mi marca. Este es el Adios amor mío”
Con gran delicadeza entró al estacionamiento, sabía muy bien cuál era el puesto del auto, todo. Al ser un viejo edificio nuevamente se resguardaba sin sistema de cámaras pero no debía confiarse, las viudas de sueño ligero funcionan mejor que un circuito cerrado. Y así lo deslizó hasta uno de los banquitos contiguos al garaje, lo sentó suavemente, le lanzó un último beso y se retiró caminando sin apuro.
El
cadáver de Richard causó un revuelo inédito en toda la cuadra, no por su
carisma sino porque no hubo explicación alguna, ni testigos y los registros de
las cámaras de la calle, sólo mostraron la imagen lejana y difusa del auto
llegando, nada que pudiese ayudar. El resultado de la autopsia arrojó algo que
nadie de su círculo íntimo esperaba: Una mezcla de alcohol con sildenafilo de
50 miligramos, una combinación contraindicada pero que llevó a la siguiente
conclusión: Debido a una falla hepática, a un cálculo nada moderado alojado en
la vejiga, al exceso de trabajo y estrés, Ricardo tomó la pastilla para
potenciar su vigor sexual sin seguir la primera regla preventiva, todo por no
fallarle a Marla, la amaba, pero no contó con una falla cardíaca nunca
diagnosticada. Esto llevo a los
investigadores al siguiente punto, solo que nunca apareció una segunda persona,
ni se le conocía relación alguna.
Marla se casó seis meses después y su proyecto se hizo cada vez más grande junto a su nombre, siempre recordó a su amante secreto y no pudo sacar de su mente aquella noche, donde para poder seguir adelante tuvo que solaparse en un silencio conveniente, mordaz. Richard quedo bautizado por los vecinos indolentes como “El mono apacible”, por la posición como fue encontrado. El banquito aún permanece allí.
FIN
Caramba, muy interesante, la verdad es un relato que no asoma evidencia antes de tiempo, te deja a la espectativa, te felicito Sheykong, lo volviste a hacer
ResponderEliminarMuy buen relato.
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