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lunes, 15 de noviembre de 2021

Cap 5 EL REY CHICO

Después de abandonar el olvidado pueblo donde creció para vivir en la moderna capital, Martín recibe una agria noticia y debe retornar para encargarse del entierro de su madre, único familiar cercano que tenía y al volver descubre que el sitio no era lo que él pensaba al desencadenarse una serie de extraños eventos que lo involucran y que harán de su estadía una odisea densa y asfixiante plagada de incoherencias.

Capítulo 5 / EL REY CHICO

Somos lo más parecido a un pelotón desastroso, así mismo vamos a despertar al comisario pero es él quien nos sorprende al salir por un costado de la comisaría para gritarnos:

-¿Se puede saber que hacen acá? ¡No son horas de andar jodiendo por ahí!

-¡Ah que cagada de susto comisario! ¡Tremendo! –Me volteo a responderle-

-¿Cómo estás hombre? ¿Buena la faena? –Le pregunta el comisario al cazador sosteniendo aun en sus manos una larga y vieja escopeta

-Fue un buen día jefe, venía de regreso por la vereda sur y me encontré al muchacho, es el hijo de Ña Felicia la muerta, dice que hay otro muerto en su casa, lo traje para que le cuente, pero ya yo me voy o pongo las ratas en hielo o no voy a tener nada mañana para llevar al mercado

-Sí, se quién eres muchacho, lo sé ¿Y qué haces con la puta? –Me habló con firmeza, como quien regaña a un hijo-

-Por favor no le diga puta ¿Podría? –Le respondo al comisario-

-¡No flaco! Está bien, soy puta ¿Cómo me van a decir pues? –Me interrumpe la chica tomándome del brazo-

-Bueno Comisario, le cuento: El asunto es que el viejo de la fonda fue hasta la casa de mi mamá, yo estaba descansando cuando tocó la puerta, entró, conversamos, me entregó unas cosas, bebimos algo de ron y se fue a utilizar el inodoro y ya no regresó, tuve que ir a ver que estaba pasando porque escuche que conversaba con alguien y luego hubo un golpe fuerte y un gran silencio, al llegar ya el viejo estaba muerto allí sentado, no sabía qué hacer y luego pues me vine para que me ayude por favor-Le expliqué al jefe-

-Mmmm ya veo –Refunfuña a regañadientes el enorme hombre que más bien parece un Cascanueces gigante con ese raro uniforme -¿El espejo estaba roto?- Me pregunta sorprendiéndome-

-Pues sí, estaba roto ¿Pero cómo lo supo?

-Vamos bajando más bien, el cazador nos llevará y la puta puede irse, acá no sirve de nada, sólo de metiche –Fueron las órdenes del comisario-

-Pues yo voy, caminando pero voy –Dijo Regalo en un tono conformista-

Y así comenzamos a bajar hasta la casa, el camino se hizo eterno y rarísimo, nadie conversó salvo una que otra frase entre el cazador y el comisario y yo, en el medio, traté de entender lo que decían pero eran cosas del pueblo, de ellos.  Atrás, a unos pasos nos seguía Regalo, aunque son unas cuatro cuadras de regreso, me parecía de muy mal gusto hacerla caminar ese tramo mientras íbamos en la hedionda y vieja carreta.

Ya por fin estamos frente a la casa, los perros no dejan de ladrar y resultan tan molestos, salen por todos lados, ignoro si pertenecen a los vecinos o sin son del monte o de la calle, van acercándose haciendo gruñidos y cuando agitamos un brazo o les lanzamos tierra con los pies, salen huyendo para acomodarse a unos metros y luego volver con la misma operación.

-¡Vamos a entrar por atrás! Cuidado acá que hay unas zanjas de ratas y es muy fácil torcerse un pie –Nos informó a gritos el comisario caminando delante de nosotros mientras le seguíamos en fila-

-Por lo visto acá todos conocen la casa de mamá ¿No? – Le susurro a Regalo-

-No te entendí flaco –Me responde imitando mi susurro-

-¡Que acá todos saben dónde están las cosas de la casa, saben por dónde entrar! ¡A eso me refiero!

-Que si te escuché, pero que no te entendí flaquito, ¡Soy puta, no sorda!

-Bueno, si…está bien, luego te lo explico mejor –A este punto ya estamos llegando al baño por la parte de atrás, la puerta de entrada a la lavandería está abierta, esto me extraña mucho-

-A ver, ¡Muéstranos, camina adelante acá! –Dice el comisario-

-Bien, si me dan un permiso, paso y les muestro, el baño está acá mismo –Digo esto abriéndome paso entre la barriga del cazador y el cascanueces gigante del jefe, para darme la gran sorpresa:

-¡Ya no está! ¡Yo lo dejé aquí! ¡Aquí estaba! –Les grito a los demás comprobando que esta todo, el desorden, la poceta manchada, el espejo roto y los pedazos en el suelo, menos el viejo-

-Acá no hacemos nada, será mañana que preguntemos a los vecinos, si no hay cuerpo, no hay delito muchacho –Nos dijo el comisario-

-¿No va a hacer nada? ¿Después de lo que le conté y no va a hacer usted nada? ¡Al menos revise la casa, busquemos cerca, pistas, huellas, ¡Algo! ¿Al menos puede? –Le grité al comisario presintiendo que era una mala idea-

-¡Bien! ¡Busquemos por la casa! ¿Nos acompaña muchacho? –Responde el jefe-

Entramos con sigilo caminando otra vez en fila pero en esta oportunidad voy yo adelante mostrando por dónde ir, detrás de mí viene Regalo, luego el comisario y el cazador que se quedaron atrás encendiendo sus cigarrillos apestosos.

 Encendí las pocas luces que funcionan, realmente no hay nada fuera de lugar, todo sucio y desordenado como lo dejé, pero nada nuevo. Me llama la atención que el sobre y la llave siguen sobre la mesa al igual que los dos vasos con ron y la botella a medio acabar, si alguien entró a llevarse al viejo, no pasaron hasta acá o no les interesaron esos objetos o la bebida.

-Flaco, ¿Esas son las cosas que te trajo el viejo? –Pregunta Regalo sin soltarse de mi brazo-

-Sí, puro desperdicio, un sobre viejo y una llave que no sé de dónde es, ese viejo si supo joderme

-Quizá no, por algo se arriesgó a venir acá ¿No? Debe ser importante, yo quisiera que alguien me entregara algo así

-¿Si? ¿Por qué? –Le pregunto intrigado-

-Para sentirme querida, tu sabes, amada en alguna manera, ósea que me dejen algo para ver y una llave para usar es algo como bonito, a las putas no nos pasan cosas bonitas

Su lógica no esta tan errada, yo me siento sumergido en un gran embrollo pero para ella sería una nota agradable cargada de afecto si recibiera tanta atención y si, el viejo hizo esto por algo o para algo y resultó malogrado en demasía, cobré importancia para el en ese momento y todo resultó fatal, por lo pronto deseo salir de este pueblo cuanto antes aunque debo dejar este asunto en orden, con la ayuda del comisario supongo.

-¿Muchacho tú ves algo fuera de sitio? –Nos interrumpe el jefe- ¿Te falta algo? ¡Tú dime!

-No, todo está como lo dejé, solo falta el cuerpo, acá esta todo

-Ahora sí, vámonos, pisen con cuidado y larguémonos, mañana hay mucho por hacer-Ahora si el comisario está resuelto a salir-

-¿Podemos pasar por la fonda? Debo entregar unas ratas y por qué no, comerme algo, todo este asunto me dio hambre, es tardísimo -Comentó el cazador-

-¡Vayan ustedes! Yo me voy a dormir, mañana sigo con esto –Dijo el comisario despidiéndose rápidamente abordando el camino que pasa frente a la casa y desapareciendo en la oscuridad, desde acá le escuchábamos espantar a los molestos perros-

-¿Y la fonda está abierta aún? Muero de hambre también –Pregunté esperando respuestas-

-¿Sabes flaco? Estamos destinados a pasar por El Rey Chico, acá murió el dueño y lo menos que podemos hacer es informarles o ver que tanto saben, acá pasó algo y si no nos movemos nosotros mismos, nadie va a venir a aclararlo, esto es un pueblo pequeño

El cazador nos miraba con los ojos sobresaltados y una sonrisa ingenua, hasta que nos dijo: -Tengo hambre- Regalo y yo nos miramos y no pudimos evitar reírnos, creo que por fin me relajo un poco desde que recibí la noticia de la muerte de mamá y Regalo no sé si tiene motivos para reír, no la conozco, pero dentro de mí le agradezco la compañía.

Salimos de la casa en la carreta hacia la fonda El Rey Chico, hasta hace un par de horas propiedad del viejo Virgilio Galarza Pomes, un inmigrante que como casi todos, salió de su país por causa de la guerra y la intolerancia, para encontrar un hogar en un pueblo perdido del norte de Suramérica, historia repetida, trillada, mil veces mencionada pero es real, el pobre viejo salió de su tierra a dejar los huesos tan lejos.

-¡Allí queda muchacho! ¡Es esa casa con las luces encendidas! –Me señala Gumersindo con su dedo sucio-

-¡Yo sabía dónde quedaba! Mi madre trabajó allí cuando pequeño, eso aún lo recuerdo ¡Si, como no! Yo venía en las tardes a buscarla al terminar su turno y siempre, siempre me tenía algo escondido en su delantal, ya yo lo sabía y ella para entretenerme fingía no saberlo para que yo me asustara al pensar que se le había olvidado, ¡Pero allí estaba! Sólo tenía que meter mi mano y listo…un pedacito de panela o papelón de azúcar oscura era suficiente para alegrarme el día y a mamá también, ¡Que tiempos!

Al entrar a la fonda tan tarde yo sólo espero que esté todo recogido y así es, había un par de personas recogiendo, las sillas ya estaban sobre las mesas naturalmente y cuál es nuestra sorpresa al ver al fondo izquierdo del pequeño salón… ¡Al viejo Virgilio sobre una mesa! ¿Cómo es posible? ¡Allí está! ¡Lo puedo ver! Ahora si esto se pasó de la raya, a ver cómo explico yo esto. ¡Diantres!

CONTINUARÁ

 

1 comentario:

  1. Hola Luis, me agradó tu blog, he leído y me he quedado con las ganas de seguir leyendo, es muy fácil de leer,
    Espero que subas más contenido, éxitos con este maravilloso proyecto, Ruben Perez

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