Después de abandonar el olvidado pueblo donde creció para vivir en la moderna capital, Martín recibe una agria noticia y debe retornar para encargarse del entierro de su madre, único familiar cercano que tenía y al volver descubre que el sitio no era lo que él pensaba al desencadenarse una serie de extraños eventos que lo involucran y que harán de su estadía una odisea densa y asfixiante plagada de incoherencias.
Capítulo 5 / EL REY CHICO
Somos lo más parecido a un
pelotón desastroso, así mismo vamos a despertar al comisario pero es él quien
nos sorprende al salir por un costado de la comisaría para gritarnos:
-¿Se puede saber que hacen acá? ¡No
son horas de andar jodiendo por ahí!
-¡Ah que cagada de susto
comisario! ¡Tremendo! –Me volteo a responderle-
-¿Cómo estás hombre? ¿Buena la
faena? –Le pregunta el comisario al cazador sosteniendo aun en sus manos una
larga y vieja escopeta
-Fue un buen día jefe, venía de
regreso por la vereda sur y me encontré al muchacho, es el hijo de Ña Felicia
la muerta, dice que hay otro muerto en su casa, lo traje para que le cuente,
pero ya yo me voy o pongo las ratas en hielo o no voy a tener nada mañana para
llevar al mercado
-Sí, se quién eres muchacho, lo
sé ¿Y qué haces con la puta? –Me habló con firmeza, como quien regaña a un
hijo-
-Por favor no le diga puta ¿Podría?
–Le respondo al comisario-
-¡No flaco! Está bien, soy puta ¿Cómo
me van a decir pues? –Me interrumpe la chica tomándome del brazo-
-Bueno Comisario, le cuento: El
asunto es que el viejo de la fonda fue hasta la casa de mi mamá, yo estaba
descansando cuando tocó la puerta, entró, conversamos, me entregó unas cosas,
bebimos algo de ron y se fue a utilizar el inodoro y ya no regresó, tuve que ir
a ver que estaba pasando porque escuche que conversaba con alguien y luego hubo
un golpe fuerte y un gran silencio, al llegar ya el viejo estaba muerto allí
sentado, no sabía qué hacer y luego pues me vine para que me ayude por favor-Le
expliqué al jefe-
-Mmmm ya veo –Refunfuña a
regañadientes el enorme hombre que más bien parece un Cascanueces gigante con
ese raro uniforme -¿El espejo estaba roto?- Me pregunta sorprendiéndome-
-Pues sí, estaba roto ¿Pero cómo
lo supo?
-Vamos bajando más bien, el
cazador nos llevará y la puta puede irse, acá no sirve de nada, sólo de metiche
–Fueron las órdenes del comisario-
-Pues yo voy, caminando pero voy –Dijo
Regalo en un tono conformista-
Y así comenzamos a bajar hasta la
casa, el camino se hizo eterno y rarísimo, nadie conversó salvo una que otra
frase entre el cazador y el comisario y yo, en el medio, traté de entender lo
que decían pero eran cosas del pueblo, de ellos. Atrás, a unos pasos nos seguía Regalo, aunque
son unas cuatro cuadras de regreso, me parecía de muy mal gusto hacerla caminar
ese tramo mientras íbamos en la hedionda y vieja carreta.
Ya por fin estamos frente a la
casa, los perros no dejan de ladrar y resultan tan molestos, salen por todos
lados, ignoro si pertenecen a los vecinos o sin son del monte o de la calle, van
acercándose haciendo gruñidos y cuando agitamos un brazo o les lanzamos tierra
con los pies, salen huyendo para acomodarse a unos metros y luego volver con la
misma operación.
-¡Vamos a entrar por atrás!
Cuidado acá que hay unas zanjas de ratas y es muy fácil torcerse un pie –Nos informó
a gritos el comisario caminando delante de nosotros mientras le seguíamos en
fila-
-Por lo visto acá todos conocen
la casa de mamá ¿No? – Le susurro a Regalo-
-No te entendí flaco –Me responde
imitando mi susurro-
-¡Que acá todos saben dónde están
las cosas de la casa, saben por dónde entrar! ¡A eso me refiero!
-Que si te escuché, pero que no
te entendí flaquito, ¡Soy puta, no sorda!
-Bueno, si…está bien, luego te lo
explico mejor –A este punto ya estamos llegando al baño por la parte de atrás,
la puerta de entrada a la lavandería está abierta, esto me extraña mucho-
-A ver, ¡Muéstranos, camina
adelante acá! –Dice el comisario-
-Bien, si me dan un permiso, paso
y les muestro, el baño está acá mismo –Digo esto abriéndome paso entre la
barriga del cazador y el cascanueces gigante del jefe, para darme la gran
sorpresa:
-¡Ya no está! ¡Yo lo dejé aquí! ¡Aquí
estaba! –Les grito a los demás comprobando que esta todo, el desorden, la
poceta manchada, el espejo roto y los pedazos en el suelo, menos el viejo-
-Acá no hacemos nada, será mañana
que preguntemos a los vecinos, si no hay cuerpo, no hay delito muchacho –Nos dijo
el comisario-
-¿No va a hacer nada? ¿Después de
lo que le conté y no va a hacer usted nada? ¡Al menos revise la casa, busquemos
cerca, pistas, huellas, ¡Algo! ¿Al menos puede? –Le grité al comisario
presintiendo que era una mala idea-
-¡Bien! ¡Busquemos por la casa! ¿Nos
acompaña muchacho? –Responde el jefe-
Entramos con sigilo caminando
otra vez en fila pero en esta oportunidad voy yo adelante mostrando por dónde
ir, detrás de mí viene Regalo, luego el comisario y el cazador que se quedaron atrás
encendiendo sus cigarrillos apestosos.
Encendí las pocas luces que funcionan, realmente
no hay nada fuera de lugar, todo sucio y desordenado como lo dejé, pero nada
nuevo. Me llama la atención que el sobre y la llave siguen sobre la mesa al
igual que los dos vasos con ron y la botella a medio acabar, si alguien entró a
llevarse al viejo, no pasaron hasta acá o no les interesaron esos objetos o la
bebida.
-Flaco, ¿Esas son las cosas que
te trajo el viejo? –Pregunta Regalo sin soltarse de mi brazo-
-Sí, puro desperdicio, un sobre
viejo y una llave que no sé de dónde es, ese viejo si supo joderme
-Quizá no, por algo se arriesgó a
venir acá ¿No? Debe ser importante, yo quisiera que alguien me entregara algo así
-¿Si? ¿Por qué? –Le pregunto
intrigado-
-Para sentirme querida, tu sabes,
amada en alguna manera, ósea que me dejen algo para ver y una llave para usar
es algo como bonito, a las putas no nos pasan cosas bonitas
Su lógica no esta tan errada, yo
me siento sumergido en un gran embrollo pero para ella sería una nota agradable
cargada de afecto si recibiera tanta atención y si, el viejo hizo esto por algo
o para algo y resultó malogrado en demasía, cobré importancia para el en ese
momento y todo resultó fatal, por lo pronto deseo salir de este pueblo cuanto
antes aunque debo dejar este asunto en orden, con la ayuda del comisario
supongo.
-¿Muchacho tú ves algo fuera de
sitio? –Nos interrumpe el jefe- ¿Te falta algo? ¡Tú dime!
-No, todo está como lo dejé, solo
falta el cuerpo, acá esta todo
-Ahora sí, vámonos, pisen con
cuidado y larguémonos, mañana hay mucho por hacer-Ahora si el comisario está
resuelto a salir-
-¿Podemos pasar por la fonda?
Debo entregar unas ratas y por qué no, comerme algo, todo este asunto me dio hambre,
es tardísimo -Comentó el cazador-
-¡Vayan ustedes! Yo me voy a
dormir, mañana sigo con esto –Dijo el comisario despidiéndose rápidamente
abordando el camino que pasa frente a la casa y desapareciendo en la oscuridad,
desde acá le escuchábamos espantar a los molestos perros-
-¿Y la fonda está abierta aún?
Muero de hambre también –Pregunté esperando respuestas-
-¿Sabes flaco? Estamos destinados
a pasar por El Rey Chico, acá murió el dueño y lo menos que podemos hacer es
informarles o ver que tanto saben, acá pasó algo y si no nos movemos nosotros
mismos, nadie va a venir a aclararlo, esto es un pueblo pequeño
El cazador nos miraba con los
ojos sobresaltados y una sonrisa ingenua, hasta que nos dijo: -Tengo hambre-
Regalo y yo nos miramos y no pudimos evitar reírnos, creo que por fin me relajo
un poco desde que recibí la noticia de la muerte de mamá y Regalo no sé si
tiene motivos para reír, no la conozco, pero dentro de mí le agradezco la compañía.
Salimos de la casa en la carreta
hacia la fonda El Rey Chico, hasta hace un par de horas propiedad del viejo
Virgilio Galarza Pomes, un inmigrante que como casi todos, salió de su país por
causa de la guerra y la intolerancia, para encontrar un hogar en un pueblo
perdido del norte de Suramérica, historia repetida, trillada, mil veces
mencionada pero es real, el pobre viejo salió de su tierra a dejar los huesos
tan lejos.
-¡Allí queda muchacho! ¡Es esa casa
con las luces encendidas! –Me señala Gumersindo con su dedo sucio-
-¡Yo sabía dónde quedaba! Mi
madre trabajó allí cuando pequeño, eso aún lo recuerdo ¡Si, como no! Yo venía
en las tardes a buscarla al terminar su turno y siempre, siempre me tenía algo
escondido en su delantal, ya yo lo sabía y ella para entretenerme fingía no
saberlo para que yo me asustara al pensar que se le había olvidado, ¡Pero allí
estaba! Sólo tenía que meter mi mano y listo…un pedacito de panela o papelón de
azúcar oscura era suficiente para alegrarme el día y a mamá también, ¡Que
tiempos!
Al entrar a la fonda tan tarde yo
sólo espero que esté todo recogido y así es, había un par de personas
recogiendo, las sillas ya estaban sobre las mesas naturalmente y cuál es
nuestra sorpresa al ver al fondo izquierdo del pequeño salón… ¡Al viejo
Virgilio sobre una mesa! ¿Cómo es posible? ¡Allí está! ¡Lo puedo ver! Ahora si esto
se pasó de la raya, a ver cómo explico yo esto. ¡Diantres!
CONTINUARÁ
Hola Luis, me agradó tu blog, he leído y me he quedado con las ganas de seguir leyendo, es muy fácil de leer,
ResponderEliminarEspero que subas más contenido, éxitos con este maravilloso proyecto, Ruben Perez