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jueves, 25 de noviembre de 2021

CAP 7 / EL CUARTO CERRADO


Después de abandonar el olvidado pueblo donde creció para vivir en la moderna capital, Martín recibe una agria noticia y debe retornar para encargarse del entierro de su madre, único familiar cercano que tenía y al volver descubre que el sitio no era lo que él pensaba al desencadenarse una serie de extraños eventos que lo involucran y que harán de su estadía una odisea densa y asfixiante plagada de incoherencias.

Capítulo 7 / EL CUARTO CERRADO

A todas estas no me queda otra alternativa que limpiarme como pueda, beber un poco agua de yerba luisa y seguir allí, me siento tan tonto y a la vez presente en una mala historia, todos me observan menos la anciana, me toca hacer estómago y continuar. ¿Me esperan más sorpresas desagradables? ¿Qué más sigue? Veremos cómo termina la noche. A tomar sopa pues.

¡Beto! –Grita de pronto la anciana- ¡Beto! ¡Llévense a mi esposo! ¡Cárguenlo y lo dejan con el hielo! Ya mañana veremos que dice el comisario.  Es tarde y deben irse, ya comieron y presentaron sus respetos, salgan.

El empleado llamado Beto era un hombre bajito y robusto, parecía muy atento a las órdenes de Doña Hortensia, rápidamente se acercó hasta nosotros con dos jóvenes para llevarse el cuerpo, tuvimos que levantarnos, nos colocamos a un lado mientras lo llevaban con sumo cuidado, los restos de Don Virgilio ya experimentaban lo que llaman “Rigor Mortis” o “Rigidez de la Muerte”, es decir que ya sus músculos estaban contraídos, el cuerpo se tornaba tieso y por el momento es más sencillo de manipular.

-Ven, quiero decirte algo, ven para acá –Dice la anciana dirigiéndose hacia mí y tomándome fuerte por el brazo- Antes de que te vayas debes saber algo.

Caminamos juntos hasta un rincón del pequeño salón, por vez primera desde que llegamos Doña Hortensia me mira fijo a la cara, clava su mirada en mis ojos y me dice:

-Que quede muy claro que mi esposo te entregó el sobre y también la llave, que cumplimos ya y quedamos por fuera, no quiero volver a saber de ustedes ¿Lo comprendes muchacho?

-¿Ese sobre viejo y la llave oxidada? ¡No se preocupe! Están en la casa, más tarde lo reviso o mañana –Le respondo ingenuamente-

-Dime algo muchacho ¿Eres tonto?

-Ya no lo sé Doña Hortensia, desde que llegué no se cansan de repetirlo y estoy cerca de creerlo.

-Te voy a preguntar algo que es muy importante para mí, pero antes déjame decirte que yo sabía que esto iba a pasar, te fuiste hace años y tu madre quedo sola y a merced de la vida, hizo lo que pudo y se defendió como un animal pero no le alcanzó, mi esposo y yo tratamos de ayudar como pudimos pero no fue suficiente, ahora dime algo ¿Pudiste ver lo que sucedió con el espejo?

-No le entiendo lo que dice acerca de mi madre, ella misma me envió a la ciudad con mi tío Manuel, sé que no es mi tío de sangre pero…

-Muchacho, no te pierdas en tonterías y vete, regresa. Hoy es martes y no habrá transporte hasta el sábado, pero si puedes caminar hasta La Arboleda seguro desde allí te puedes mover mejor.

-¿Por qué le importa el espejo? Estaba roto, todos lo vieron. Don Virgilio ha de partirlo durante la caída, ¿No lo cree?

-Mi esposo sería incapaz de partir un espejo, en Matorrales no hay una sola persona que se atreva a partir un espejo, por eso te digo que te largues y no regreses.

-Voy a pensar en su consejo, se lo agradezco pero en unas horas debo volver con el Comisario y aclarar el accidente de su esposo, luego ver que hago con la propiedad y entonces podré partir.

-No fue un accidente, tenía que suceder –Me interrumpió con un tono solemne-

-Sí, lo que usted diga, eso lo va a determinar la investigación ¿No cree?

-Acá no habrá ninguna investigación, te recomiendo que abras el sobre por tu propio bien y que te lleves la llave muy lejos, destruye esa casa o haz lo que quieras, nosotros ya cumplimos.

-Cuanto misterio ¿No? Que tenga buenas noches, lamento lo de su esposo, ya me voy a descansar.

-Tú no lamentas nada, tú ni sabes lo que dices. –Vuelve a interrumpirme mientras aprieta más fuerte mi brazo-

-¿Me puede soltar el brazo por favor? Debo irme.

-Váyanse, el camino es corto pero no se descuiden –Sentenció mientras soltaba mi brazo por fin-

Al sentirme liberado volteo a ver a mis compañeros de infortunio, Regalo y Gumersindo me miraban atónitos, se preguntarán que estaríamos conversando y qué fue todo eso, con un ademán les invito a salir de la fonda, ya afuera Regalo no se aguanta para preguntarme susurrando:

-¿Qué pasó allí flaco? ¿Qué fue todo eso?

-Lo normal de este pueblo, ¿No te has dado cuenta que acá nada es como debería ser?

-El cuerpo de Don Virgilio en la mesa mientras cenábamos, la anciana, el agarrón de brazo… ¿Te refieres a eso?

-¿Te parece poco? ¡Comer con un cadáver frente a tu cara! ¡Locos! ¡Todos ustedes están dementes!

-¿Puedo preguntar algo? –Nos interrumpe Gumersindo- ¿Cazar ratas no lo ve como algo normal?

-¡Por Dios Gumersindo! –Le grito dándole la espalda- ¡Caza a tu madre si es lo quieres! ¡Déjame en paz!

-Flaco, la madre de Gumersindo murió en navidad, hace tres meses –Interrumpe Regalo susurrando de nuevo-

-Lo siento Gumersindo, lo siento…no fue lo que quise decir, mira…-Me volteo apenado-

-Yo entiendo muchacho, uno dice cosas feas a veces ¿Verdad?

-Sí, así es. Yo las digo todo el tiempo…mejor váyanse, ya tuve suficiente de ustedes, gracias por todo, voy a caminar hasta la casa.

-Flaco, yo te acompaño ¿Puedo? –Me pregunta Regalo-

-No Regalo, no. Quiero estar solo, necesito pensar, descansar y algo me dice que contigo no lograré ninguna, gracias.

-¿Y te veo mañana?

-No lo sé Regalo, anda a descansar ¿Si? Buenas noches Gumersindo, vayan por favor.

Así como los despedí, fui grosero y les di la espalda, comencé a caminar por la empedrada y oscura calle, las luces del Rey Chico ya no alcanzaban a iluminar el tramo, así quedo a merced de la luz de la luna y de las pocas luminarias de las casas que me encuentro a lado y lado de la vía, no estoy muy lejos así que me desplazo a pasos lentos para pensar un poco.

Ya en la casa, sigo pensativo y sumergido en todos estos hechos poco comunes y la forma como actúan las personas de Matorrales, no creo que sean malos pero no tengo nada que ver con ellos, espero el sábado largarme de acá o antes, la licencia que recibí por parte la empresa fue de dos semanas, así que podré aprovechar una semana para escapar de aquí y otra para descansar.

El sobre, bendito sobre. Sigue sobre la polvorienta mesa, justo donde lo dejé. Me siento al frente, no dejo de observarlo, cerca permanece la botella de ron y los dos vasos. La silla donde estaba sentando el viejo Virgilio quedó allí, movida y fuera de su lugar. La llave también le hace compañía al resto de las cosas, el polvo empieza a cubrirla y sólo han pasado horas.  Una idea loca me asalta de pronto: ¿Esta llave abrirá lo que estoy pensando? ¿Después de tantos años podré entrar al cuarto cerrado?

Recuerdo que de niño lo llamaba “El Cuarto Secreto” y mamá me decía que sólo era un cuarto cerrado lleno de cosas que no usamos y que algún día lo podría abrir y nos veríamos, jamás entendí esa frase tan larga y cargada de intriga, a esa edad ni sabía yo que cosa era la intriga. Pasábamos cada año solos acá y le preguntaba siempre lo mismo y como era de esperarse, la respuesta no variaba: “Esta lleno de cosas que no usamos, un día vas a entrar y nos veremos” me decía.

¿Llegó ese momento? ¿O es llave de otra puerta? Sin misterios, sólo hay una forma de saberlo.

CONTINUARÁ

 

1 comentario:

  1. Me encanta lo que he leído hasta ahora. Cuando me dedico a leer y el autor logra un mundo paralelo y me convierto en testigo de cada escena, es una de las sensaciones mas fascinantes. Eso lo vivo con estos escritos. En La Muerte en el espejo, imagino y siento cada cosa. Hasta me imagino al viejo y el mal olor. La cara del protagonista. Imaginé tal cual al viejo de la carreta y a la prostituta. El pueblo. Hasta visualice el baño. Todo me parece genial.

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