Después de abandonar el olvidado pueblo donde creció para vivir en la moderna capital, Martín recibe una agria noticia y debe retornar para encargarse del entierro de su madre, único familiar cercano que tenía y al volver descubre que el sitio no era lo que él pensaba al desencadenarse una serie de extraños eventos que lo involucran y que harán de su estadía una odisea densa y asfixiante plagada de incoherencias.
Capítulo 7 / EL CUARTO CERRADO
A todas estas no me queda otra
alternativa que limpiarme como pueda, beber un poco agua de yerba luisa y
seguir allí, me siento tan tonto y a la vez presente en una mala historia,
todos me observan menos la anciana, me toca hacer estómago y continuar. ¿Me
esperan más sorpresas desagradables? ¿Qué más sigue? Veremos cómo termina la
noche. A tomar sopa pues.
¡Beto! –Grita de pronto la
anciana- ¡Beto! ¡Llévense a mi esposo! ¡Cárguenlo y lo dejan con el hielo! Ya
mañana veremos que dice el comisario. Es
tarde y deben irse, ya comieron y presentaron sus respetos, salgan.
El empleado llamado Beto era un
hombre bajito y robusto, parecía muy atento a las órdenes de Doña Hortensia, rápidamente
se acercó hasta nosotros con dos jóvenes para llevarse el cuerpo, tuvimos que levantarnos,
nos colocamos a un lado mientras lo llevaban con sumo cuidado, los restos de Don
Virgilio ya experimentaban lo que llaman “Rigor Mortis” o “Rigidez de la Muerte”,
es decir que ya sus músculos estaban contraídos, el cuerpo se tornaba tieso y
por el momento es más sencillo de manipular.
-Ven, quiero decirte algo, ven
para acá –Dice la anciana dirigiéndose hacia mí y tomándome fuerte por el
brazo- Antes de que te vayas debes saber algo.
Caminamos juntos hasta un rincón
del pequeño salón, por vez primera desde que llegamos Doña Hortensia me mira
fijo a la cara, clava su mirada en mis ojos y me dice:
-Que quede muy claro que mi
esposo te entregó el sobre y también la llave, que cumplimos ya y quedamos por
fuera, no quiero volver a saber de ustedes ¿Lo comprendes muchacho?
-¿Ese sobre viejo y la llave
oxidada? ¡No se preocupe! Están en la casa, más tarde lo reviso o mañana –Le respondo
ingenuamente-
-Dime algo muchacho ¿Eres tonto?
-Ya no lo sé Doña Hortensia,
desde que llegué no se cansan de repetirlo y estoy cerca de creerlo.
-Te voy a preguntar algo que es
muy importante para mí, pero antes déjame decirte que yo sabía que esto iba a
pasar, te fuiste hace años y tu madre quedo sola y a merced de la vida, hizo lo
que pudo y se defendió como un animal pero no le alcanzó, mi esposo y yo
tratamos de ayudar como pudimos pero no fue suficiente, ahora dime algo ¿Pudiste
ver lo que sucedió con el espejo?
-No le entiendo lo que dice
acerca de mi madre, ella misma me envió a la ciudad con mi tío Manuel, sé que
no es mi tío de sangre pero…
-Muchacho, no te pierdas en
tonterías y vete, regresa. Hoy es martes y no habrá transporte hasta el sábado,
pero si puedes caminar hasta La Arboleda seguro desde allí te puedes mover
mejor.
-¿Por qué le importa el espejo?
Estaba roto, todos lo vieron. Don Virgilio ha de partirlo durante la caída, ¿No
lo cree?
-Mi esposo sería incapaz de
partir un espejo, en Matorrales no hay una sola persona que se atreva a partir
un espejo, por eso te digo que te largues y no regreses.
-Voy a pensar en su consejo, se
lo agradezco pero en unas horas debo volver con el Comisario y aclarar el
accidente de su esposo, luego ver que hago con la propiedad y entonces podré
partir.
-No fue un accidente, tenía que
suceder –Me interrumpió con un tono solemne-
-Sí, lo que usted diga, eso lo va
a determinar la investigación ¿No cree?
-Acá no habrá ninguna
investigación, te recomiendo que abras el sobre por tu propio bien y que te
lleves la llave muy lejos, destruye esa casa o haz lo que quieras, nosotros ya
cumplimos.
-Cuanto misterio ¿No? Que tenga
buenas noches, lamento lo de su esposo, ya me voy a descansar.
-Tú no lamentas nada, tú ni sabes
lo que dices. –Vuelve a interrumpirme mientras aprieta más fuerte mi brazo-
-¿Me puede soltar el brazo por
favor? Debo irme.
-Váyanse, el camino es corto pero
no se descuiden –Sentenció mientras soltaba mi brazo por fin-
Al sentirme liberado volteo a ver
a mis compañeros de infortunio, Regalo y Gumersindo me miraban atónitos, se
preguntarán que estaríamos conversando y qué fue todo eso, con un ademán les
invito a salir de la fonda, ya afuera Regalo no se aguanta para preguntarme
susurrando:
-¿Qué pasó allí flaco? ¿Qué fue todo
eso?
-Lo normal de este pueblo, ¿No te
has dado cuenta que acá nada es como debería ser?
-El cuerpo de Don Virgilio en la
mesa mientras cenábamos, la anciana, el agarrón de brazo… ¿Te refieres a eso?
-¿Te parece poco? ¡Comer con un cadáver
frente a tu cara! ¡Locos! ¡Todos ustedes están dementes!
-¿Puedo preguntar algo? –Nos interrumpe
Gumersindo- ¿Cazar ratas no lo ve como algo normal?
-¡Por Dios Gumersindo! –Le grito
dándole la espalda- ¡Caza a tu madre si es lo quieres! ¡Déjame en paz!
-Flaco, la madre de Gumersindo
murió en navidad, hace tres meses –Interrumpe Regalo susurrando de nuevo-
-Lo siento Gumersindo, lo siento…no
fue lo que quise decir, mira…-Me volteo apenado-
-Yo entiendo muchacho, uno dice
cosas feas a veces ¿Verdad?
-Sí, así es. Yo las digo todo el
tiempo…mejor váyanse, ya tuve suficiente de ustedes, gracias por todo, voy a caminar
hasta la casa.
-Flaco, yo te acompaño ¿Puedo? –Me
pregunta Regalo-
-No Regalo, no. Quiero estar
solo, necesito pensar, descansar y algo me dice que contigo no lograré ninguna,
gracias.
-¿Y te veo mañana?
-No lo sé Regalo, anda a
descansar ¿Si? Buenas noches Gumersindo, vayan por favor.
Así como los despedí, fui grosero
y les di la espalda, comencé a caminar por la empedrada y oscura calle, las
luces del Rey Chico ya no alcanzaban a iluminar el tramo, así quedo a merced de
la luz de la luna y de las pocas luminarias de las casas que me encuentro a
lado y lado de la vía, no estoy muy lejos así que me desplazo a pasos lentos
para pensar un poco.
Ya en la casa, sigo pensativo y
sumergido en todos estos hechos poco comunes y la forma como actúan las
personas de Matorrales, no creo que sean malos pero no tengo nada que ver con
ellos, espero el sábado largarme de acá o antes, la licencia que recibí por
parte la empresa fue de dos semanas, así que podré aprovechar una semana para
escapar de aquí y otra para descansar.
El sobre, bendito sobre. Sigue
sobre la polvorienta mesa, justo donde lo dejé. Me siento al frente, no dejo de
observarlo, cerca permanece la botella de ron y los dos vasos. La silla donde
estaba sentando el viejo Virgilio quedó allí, movida y fuera de su lugar. La llave
también le hace compañía al resto de las cosas, el polvo empieza a cubrirla y
sólo han pasado horas. Una idea loca me
asalta de pronto: ¿Esta llave abrirá lo que estoy pensando? ¿Después de tantos
años podré entrar al cuarto cerrado?
Recuerdo que de niño lo llamaba “El
Cuarto Secreto” y mamá me decía que sólo era un cuarto cerrado lleno de cosas
que no usamos y que algún día lo podría abrir y nos veríamos, jamás entendí esa
frase tan larga y cargada de intriga, a esa edad ni sabía yo que cosa era la
intriga. Pasábamos cada año solos acá y le preguntaba siempre lo mismo y como
era de esperarse, la respuesta no variaba: “Esta lleno de cosas que no usamos,
un día vas a entrar y nos veremos” me decía.
¿Llegó ese momento? ¿O es llave
de otra puerta? Sin misterios, sólo hay una forma de saberlo.
CONTINUARÁ
Me encanta lo que he leído hasta ahora. Cuando me dedico a leer y el autor logra un mundo paralelo y me convierto en testigo de cada escena, es una de las sensaciones mas fascinantes. Eso lo vivo con estos escritos. En La Muerte en el espejo, imagino y siento cada cosa. Hasta me imagino al viejo y el mal olor. La cara del protagonista. Imaginé tal cual al viejo de la carreta y a la prostituta. El pueblo. Hasta visualice el baño. Todo me parece genial.
ResponderEliminar