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sábado, 20 de noviembre de 2021

CAP 6 LA VIUDA INCOMODA


Después de abandonar el olvidado pueblo donde creció para vivir en la moderna capital, Martín recibe una agria noticia y debe retornar para encargarse del entierro de su madre, único familiar cercano que tenía y al volver descubre que el sitio no era lo que él pensaba al desencadenarse una serie de extraños eventos que lo involucran y que harán de su estadía una odisea densa y asfixiante plagada de incoherencias.

Capítulo 6 / LA VIUDA INCÓMODA

El cuerpo del viejo Virgilio reposaba sobre una de las mesas del fondo, lo cubría un mantel curtido y aunque la cara estaba parcialmente descubierta, era muy fácil de reconocer, estaba rodeado por seis velas encendidas. ¿Pero qué hacía allí? ¿Quién lo trajo? ¿Qué pasa en este pueblo del demonio?

Aunque no necesito confirmar me acerco para observarlo, extrañamente tiene la cara cubierta con barro y recuerdo muy bien que lo dejé sentado en la poceta, aún presenta la misma mueca extraña que marcó su rostro en ese momento. Me cuesta creer todo lo que está pasando y estoy viviendo, mientras más pronto lleguemos al fondo de esta locura podré regresar a mi vida que no es un lujo envidiable pero sí mucho mejor que esta insanidad.

¡Caramba, El hijo de Ña Felicia nos visita! –Me sorprende una voz de anciana con acento luso justo detrás de mí- ¿Has venido a comer o a despedirte de mi esposo?

Me tardé un par de segundos en voltearme, mis ojos ven a una señora de edad avanzada muy espigada, tanto así que sus pómulos sobresalen por lo delgada de la piel en su cara, con ojos verdes saltones que realzan su aspecto poco amigable a mi parecer, no deja de mirarme fijamente como quien espera una respuesta que por cierto, no sale de mi con facilidad.

-Señora…ah…es un gusto…vine a ver…a comer…no sabía que el cuerpo estaba acá…disculpe, me sorprende todo esto –Apenas si puede balbucear-

¡Si Doña Hortensia! –Interrumpió con seguridad Regalo- ¡Vinimos a presentar nuestros respetos a la familia y a comer también, si aún queda algo!

-¿Y qué van a comer? –Es lo único que pregunta la anciana- ¡Solo queda el fondo de la sopa!

-Eso servirá Doña Hortensia, para nosotros está bien ¿No es así Gumer?

-Si…si, un poco de sopa es suficiente...ya es muy tarde –Responde Gumersindo sin dejar de frotar sus manos por los nervios, no sabía yo que un cazador de ratas podía verse afectado por algo así-

-Bien, entonces sopa tomarán y con un poco de pan del mediodía, está tieso pero si lo remojan en el caldo lo podrán tragar, pero eso si les agradezco: Van a comer junto a mi esposo, nos van a acompañar y se irán cuando yo lo diga ¡Beto! ¡Arregla las mesas y tráeme cuatro platos de fondo! ¡Muévete!

Regalo y Gumersindo estaban tan paralizados como yo, la incomodidad se sentía en el ambiente y sólo el ruido del empleado ordenando las sillas en la mesa donde reposa el cadáver de Virgilio nos distrae de otro momento sórdido del pueblo de Matorrales, donde todo es posible, hasta ahora.

Después de unos silenciosos minutos que duraron siglos, traen la cena y la sirven justo donde yo no deseaba: Alrededor del cuerpo del viejo Virgilio, eran platos pequeños y muy hondos así que no era un problema el espacio sino la colocación, un par de cestas de pan y una jarra con agua de yerba luisa, eso era todo.

La anciana se nos acerca y con un ademán de su mano derecha nos invita a sentarnos, me llama la atención que se queda de pie hasta confirmar que todos estamos en nuestros sitios, por mi parte me senté a su lado izquierdo, justo donde reposa la cabeza del viejo Virgilio, lo hice por acompañarla y dar la cara, no porque fuese el mejor lugar.

-¿Y tú, menina? ¿Sigues puteando no? –Pregunta sin mirar a Regalo a la cara, más bien la tiene hundida observando el plato de sopa y moviendo la cucharilla dentro-

-Si señora, aún lo hago –Le respondió Regalo de lo más normal-

-¿Y cómo te va? En este pueblo ya no quedan hombres y todos te conocen, ¿Tú no eres la más joven de la casa rosada?

-Si señora, soy la hija de las cuatro grandes, ellas comían aquí antes de la prohibición del Regente ¿Usted las recuerda? No ha pasado mucho tiempo.

-¿Y tú? ¿Qué me trajiste? –Cambió el tema dirigiéndose a Gumersindo-

-Lo de siempre, dos docenas bien frescas, son de hoy. Pueden bajarlas cuando quieran, ya con estas son seis docenas que me deben.

-¿Me estás cobrando en un momento como éste? ¿Te atreves a tanto viejo mugroso? –Le gritó la anciana-

-Lo voy a tolerar por Don Virgilio, pague usted después, pero no se le olvide –Refunfuñó Gumersindo-

A todas estas yo me limité a ser un espectador sorprendido por la descarnada conversación que estaba presenciando, la anciana no tenía pelos en la lengua por lo que pude ver, igualmente a Regalo le parece muy normal hablar de su medio de sustento y al cazador le urge cobrar su dinero. Veo que todos toman la sopa de lo más animados, como si no tuviésemos un cadáver al frente que se descompone a cada minuto, la verdad es que no puedo comer en estas condiciones, voy a probar un sorbo sólo por cumplir pero no estoy nada complacido con la turbadora escena.

-¿Y usted? ¿No va probar bocado? El fondo de la sopa es lo mejor que tenemos –Me tocó el turno de ser interpelado-

-Como no, ya voy a probar su sopa, sólo estaba atento a la conversa, muy amena por cierto

-¡No hay nada ameno de que hablar con estos dos! ¡La puta y el cazador! ¡Gran vaina que me trajeron a la fonda! –Sentenció la anciana ahora si mirándome a los ojos y apretándome del antebrazo con su acartonada y fría mano-

Apenas pude fruncir el ceño para tomar el primer sorbo de la sopa que no huele nada mal y me llevo la gran sorpresa: ¡Es la mejor sopa que he probado en toda mi vida! Aparte de la de mi madre que era una deliciosa costumbre de los sábados en casa, esta receta es realmente encantadora y la presencia de los ajíes y lo bien aliñada que está la hace realmente adorable, que equilibrado su sabor, puedo ver los pequeños y delicados trocitos de pollo en el fondo, han tenido la rara delicadeza de hacer tiras cortas con su blanca carne, estoy muy sorprendido y me digo a mis adentros: ¡Que grata sorpresa! ¡Por fin una buena de matorrales!

-¡Señora! ¡Esta sopa está realmente deliciosa! ¡La felicito por la receta! ¡Me encanta la sopa de pollo! –Le comento sinceramente halagándola-

-¿Pollo? ¿Has visto un pollo por acá muchacho? –Me pregunta la anciana con cierto dejo de ironía-

-Flaco no… -Escucho a Regalo como susurrándome-

-Rata mijo, acabas de probar la sopa de rata de la casa, la receta es de Virgilio pero acá todos la sabemos hacer… ¡Pollo! ¡Que tonto este muchacho!

¡Al escuchar el ingrediente principal de la receta no pude evitarlo y me fui en vomito! ¡Allí mismo y delante de todos expulsé lo poco que pude probar! Y no fue por el sabor porque está muy bien preparada, fue por la impresión y por todo, mi estómago no está para esto ahora.

-Flaco ¿Estas bien? Toma, bebe agua de yerba, ya se te va a pasar –Me dice Regalo levantándose de su asiento y tratando de auxiliarme-

-¡Dios! ¡Discúlpenme por favor! ¡Qué vergüenza con usted Doña!

-Vergüenza la tuya muchacho, pero sigue comiendo, ya lo van a limpiar –Refunfuña-

A todas estas no me queda otra alternativa que limpiarme como pueda, beber un poco agua de yerba luisa y seguir allí, me siento tan tonto y a la vez presente en una mala historia, todos me observan menos la anciana, me toca hacer estómago y continuar. ¿Me esperan más sorpresas desagradables? ¿Qué más sigue? Veremos cómo termina la noche. A tomar sopa pues.

CONTINUARÁ

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