Capítulo 6 / LA VIUDA INCÓMODA
El cuerpo del viejo Virgilio
reposaba sobre una de las mesas del fondo, lo cubría un mantel curtido y aunque
la cara estaba parcialmente descubierta, era muy fácil de reconocer, estaba
rodeado por seis velas encendidas. ¿Pero qué hacía allí? ¿Quién lo trajo? ¿Qué pasa
en este pueblo del demonio?
Aunque no necesito confirmar me
acerco para observarlo, extrañamente tiene la cara cubierta con barro y
recuerdo muy bien que lo dejé sentado en la poceta, aún presenta la misma mueca
extraña que marcó su rostro en ese momento. Me cuesta creer todo lo que está
pasando y estoy viviendo, mientras más pronto lleguemos al fondo de esta locura
podré regresar a mi vida que no es un lujo envidiable pero sí mucho mejor que
esta insanidad.
¡Caramba, El hijo de Ña Felicia
nos visita! –Me sorprende una voz de anciana con acento luso justo detrás de mí-
¿Has venido a comer o a despedirte de mi esposo?
Me tardé un par de segundos en
voltearme, mis ojos ven a una señora de edad avanzada muy espigada, tanto así
que sus pómulos sobresalen por lo delgada de la piel en su cara, con ojos
verdes saltones que realzan su aspecto poco amigable a mi parecer, no deja de
mirarme fijamente como quien espera una respuesta que por cierto, no sale de mi
con facilidad.
-Señora…ah…es un gusto…vine a ver…a
comer…no sabía que el cuerpo estaba acá…disculpe, me sorprende todo esto –Apenas
si puede balbucear-
¡Si Doña Hortensia! –Interrumpió con
seguridad Regalo- ¡Vinimos a presentar nuestros respetos a la familia y a comer
también, si aún queda algo!
-¿Y qué van a comer? –Es lo único
que pregunta la anciana- ¡Solo queda el fondo de la sopa!
-Eso servirá Doña Hortensia, para
nosotros está bien ¿No es así Gumer?
-Si…si, un poco de sopa es
suficiente...ya es muy tarde –Responde Gumersindo sin dejar de frotar sus manos
por los nervios, no sabía yo que un cazador de ratas podía verse afectado por
algo así-
-Bien, entonces sopa tomarán y
con un poco de pan del mediodía, está tieso pero si lo remojan en el caldo lo
podrán tragar, pero eso si les agradezco: Van a comer junto a mi esposo, nos
van a acompañar y se irán cuando yo lo diga ¡Beto! ¡Arregla las mesas y tráeme cuatro
platos de fondo! ¡Muévete!
Regalo y Gumersindo estaban tan
paralizados como yo, la incomodidad se sentía en el ambiente y sólo el ruido
del empleado ordenando las sillas en la mesa donde reposa el cadáver de
Virgilio nos distrae de otro momento sórdido del pueblo de Matorrales, donde
todo es posible, hasta ahora.
Después de unos silenciosos minutos
que duraron siglos, traen la cena y la sirven justo donde yo no deseaba:
Alrededor del cuerpo del viejo Virgilio, eran platos pequeños y muy hondos así
que no era un problema el espacio sino la colocación, un par de cestas de pan y
una jarra con agua de yerba luisa, eso era todo.
La anciana se nos acerca y con un
ademán de su mano derecha nos invita a sentarnos, me llama la atención que se
queda de pie hasta confirmar que todos estamos en nuestros sitios, por mi parte
me senté a su lado izquierdo, justo donde reposa la cabeza del viejo Virgilio,
lo hice por acompañarla y dar la cara, no porque fuese el mejor lugar.
-¿Y tú, menina? ¿Sigues puteando
no? –Pregunta sin mirar a Regalo a la cara, más bien la tiene hundida observando
el plato de sopa y moviendo la cucharilla dentro-
-Si señora, aún lo hago –Le respondió
Regalo de lo más normal-
-¿Y cómo te va? En este pueblo ya
no quedan hombres y todos te conocen, ¿Tú no eres la más joven de la casa
rosada?
-Si señora, soy la hija de las
cuatro grandes, ellas comían aquí antes de la prohibición del Regente ¿Usted
las recuerda? No ha pasado mucho tiempo.
-¿Y tú? ¿Qué me trajiste? –Cambió
el tema dirigiéndose a Gumersindo-
-Lo de siempre, dos docenas bien
frescas, son de hoy. Pueden bajarlas cuando quieran, ya con estas son seis
docenas que me deben.
-¿Me estás cobrando en un momento
como éste? ¿Te atreves a tanto viejo mugroso? –Le gritó la anciana-
-Lo voy a tolerar por Don
Virgilio, pague usted después, pero no se le olvide –Refunfuñó Gumersindo-
A todas estas yo me limité a ser un
espectador sorprendido por la descarnada conversación que estaba presenciando,
la anciana no tenía pelos en la lengua por lo que pude ver, igualmente a Regalo
le parece muy normal hablar de su medio de sustento y al cazador le urge cobrar
su dinero. Veo que todos toman la sopa de lo más animados, como si no
tuviésemos un cadáver al frente que se descompone a cada minuto, la verdad es
que no puedo comer en estas condiciones, voy a probar un sorbo sólo por cumplir
pero no estoy nada complacido con la turbadora escena.
-¿Y usted? ¿No va probar bocado?
El fondo de la sopa es lo mejor que tenemos –Me tocó el turno de ser
interpelado-
-Como no, ya voy a probar su
sopa, sólo estaba atento a la conversa, muy amena por cierto
-¡No hay nada ameno de que hablar
con estos dos! ¡La puta y el cazador! ¡Gran vaina que me trajeron a la fonda! –Sentenció
la anciana ahora si mirándome a los ojos y apretándome del antebrazo con su acartonada
y fría mano-
Apenas pude fruncir el ceño para
tomar el primer sorbo de la sopa que no huele nada mal y me llevo la gran
sorpresa: ¡Es la mejor sopa que he probado en toda mi vida! Aparte de la de mi
madre que era una deliciosa costumbre de los sábados en casa, esta receta es
realmente encantadora y la presencia de los ajíes y lo bien aliñada que está la
hace realmente adorable, que equilibrado su sabor, puedo ver los pequeños y delicados
trocitos de pollo en el fondo, han tenido la rara delicadeza de hacer tiras
cortas con su blanca carne, estoy muy sorprendido y me digo a mis adentros:
¡Que grata sorpresa! ¡Por fin una buena de matorrales!
-¡Señora! ¡Esta sopa está
realmente deliciosa! ¡La felicito por la receta! ¡Me encanta la sopa de pollo! –Le
comento sinceramente halagándola-
-¿Pollo? ¿Has visto un pollo por acá
muchacho? –Me pregunta la anciana con cierto dejo de ironía-
-Flaco no… -Escucho a Regalo como
susurrándome-
-Rata mijo, acabas de probar la
sopa de rata de la casa, la receta es de Virgilio pero acá todos la sabemos
hacer… ¡Pollo! ¡Que tonto este muchacho!
¡Al escuchar el ingrediente
principal de la receta no pude evitarlo y me fui en vomito! ¡Allí mismo y delante
de todos expulsé lo poco que pude probar! Y no fue por el sabor porque está muy
bien preparada, fue por la impresión y por todo, mi estómago no está para esto
ahora.
-Flaco ¿Estas bien? Toma, bebe
agua de yerba, ya se te va a pasar –Me dice Regalo levantándose de su asiento y
tratando de auxiliarme-
-¡Dios! ¡Discúlpenme por favor! ¡Qué
vergüenza con usted Doña!
-Vergüenza la tuya muchacho, pero
sigue comiendo, ya lo van a limpiar –Refunfuña-
A todas estas no me queda otra
alternativa que limpiarme como pueda, beber un poco agua de yerba luisa y
seguir allí, me siento tan tonto y a la vez presente en una mala historia,
todos me observan menos la anciana, me toca hacer estómago y continuar. ¿Me
esperan más sorpresas desagradables? ¿Qué más sigue? Veremos cómo termina la
noche. A tomar sopa pues.
CONTINUARÁ
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