Llevo
varios años con esta historia trabada en mi garganta, ni a mi esposa le he
podido contar aquellos eventos tan raros que me sucedieron. Todo comenzó un
sábado en la tarde hace varios años ya, ese día transcurría como muchos anteriores,
nos preparábamos en casa para ir al cine y pasar una tranquila tarde en el
viejo centro comercial, era nuestra tradicional salida sabatina.
Como
llegamos temprano, decidimos comernos algo, mi esposa y mis hijos–como buenos
adolescentes– ordenaron su pizza preferida, yo sólo tomé una fría gaseosa que
bastaba para mí. Naturalmente mientras comenzaba
la película, me atacaron las ganas de orinar, me levanté con cuidado y me
dirigí a los baños como siempre. Como soy tan despistado, al regresar no
recordé la sala en la que estábamos aunque solo eran unas cuatro y todas
parecidas con las entradas en un largo y oscuro pasillo, así que no lo pensé
mucho y entré en la primera y por más que busqué a mi familia no los encontré.
De pronto escucho que me susurran, era una dama quien me invitó a sentarme a su
lado, para decirme:
–¿Está
perdido? ¿No encuentra a su familia?
–Pensé
que ésta era la sala, pero no…y tampoco es la película.
–Quédese
con nosotros, sólo somos mi hija y yo. Somos buenas personas, le gustaremos.
–No
entiendo a qué se refiere usted.
–Mi
marido se fue, nos dejó hace un año y la verdad es que me siento muy sola,
necesito sentir de nuevo la mano de un hombre y ya que usted perdió a su
familia, bien le vendría vivir con nosotros. ¿Qué me dice?
–Le
agradezco la propuesta, es muy amable pero no puedo.–Le respondo susurrando–
–¿Es
por mí verdad? ¡Por mi carácter! Usted es igual a todos, le agradezco que nos
deje solas, no quiero verlo cerca de mi hija y por favor, olvídese de mí. ¡No
intente volver a verme! ¿Cómo se le ocurre juzgarme por mi forma de ser?
La
extraña y loca mujer volteó hacia la pantalla y no habló más, tiempo que
aproveché para marcharme. Caminé unos pasos para entrar a la sala contigua, de
nuevo me encuentro en un largo pasillo oscuro y de inmediato me doy cuenta que
no es la película, cuando siento que me tocan la pierna con fuerza, era un extraño
hombre calvo con saco de cuadros y corbatín rojo, quien me dijo hablando muy
bajo:
–¡Pensé
que no ibas a llegar! ¿Por qué tardaste tanto!
–Disculpe
señor, me debe estar confundiendo con alguien más, yo solo estoy perdido…
–¡Ustedes
siempre dicen lo mismo! ¿Qué hiciste con el auto? ¿Todo salió bien?
–No
sé de qué me habla–Le explico sentándome a su lado–Mi auto está allá afuera y
ya me largo.
–Estoy
de acuerdo, pero llévate esto y dáselo a los muchachos, lo demás es tuyo–El
extraño hombre me entrega muy disimuladamente una bolsa de papel con algo
adentro–Anda, lárgate…si te necesitan te llaman de nuevo, ¡Ahora piérdete!
Y
así lo hice, no por seguir sus órdenes sino por salir de allí y acabar con esa
locura, mi familia debe estar esperándome. Ya estando afuera, reviso el
contenido de la arrugada bolsa, la abro
con cuidado y cuál es mi sorpresa: ¡Era un fajo de dólares! ¡Muchos billetes de
cien dólares! Pienso rápidamente que debe haber un error acá y entro a la sala
para devolverlos, pero ya el hombre no estaba y por más que lo busqué no lo
encontré.
Asustado
y extrañado me dirijo a la siguiente sala, por cierto todas son muy parecidas,
al entrar no veo a mi familia ni es la misma película, me volteo para salir por
el estrecho pasillo cuando me encuentro a un hombre que me detiene por un brazo
y me dice:
–Es
la última vez que te lo voy a pedir, ¡Déjala tranquila! ¿No entiendes que sólo
te busca porque eres el único familiar que le queda?
–Perdón,
me da un permiso, me confunde con alguien–Le contesto apresurado tratando de
zafarme–
–¿Sabes
que me molesta? No tienes idea de lo que
vivimos por tu culpa, estamos quebrados, a punto de que nos echen y además
apareces cuando te viene en gana, por favor, déjanos en paz y lárgate–El
fornido hombre rompe a llorar recostándose a la pared–¡Vete! ¡Por favor sal de
nuestras vidas!
Más
confundido que nunca y en un arranque de bondad, le entrego el sobre, lo coloco
en sus manos y le digo al oído: –Si de verdad están quebrados…esto les va
ayudar, ahora me voy.
Salgo
corriendo al pasillo, ya sólo me queda una sala y no puede haber más errores
así que entro confiado buscando a mi familia, quienes con suerte están justo
donde los dejé, agradezco al cielo y me siento al lado de mi esposa sudando y
jadeando, quien me dice:
–¿A
que no sabes qué pasó? A la protagonista
la dejó el marido, pero ya tiene otro que la ama pero se quedaron sin nada y
los van a desalojar, entonces acaba de encontrarse una bolsa llena de dólares
extraviada. ¿Tú has visto un guion tan absurdo? ¡Esto no es un drama Miguel,
eso apenas da risa!
La
miré fijamente y la abracé muy fuerte, le di un beso en la mejilla y otro en la
frente mientras mis hijos nos mandaban a callar. Ella extrañada me dijo: –Esto
es lo último, las películas malas te vuelven cariñoso…ay Miguel ¡Tú tienes unas
cosas como de loco!
–Sí,
mi amor…yo tengo unas cosas. (No vuelvo a salir al baño).
FIN
Chanfle, te la comiste, muy buena imaginación, de verdad cada vez me sorprendes,
ResponderEliminarGuao excelente me encantan las dos que ya he leído gracias
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