Una joven
pareja se ha venido a menos económicamente, se desesperan y piden ayuda a unos
familiares para poder vivir en su casa mientras salen adelante. Pronto
sus hijos descuben el horror, la indolencia y el maltrato por su condición,
verán que la vida en esa casa no es lo que ellos esperaban y sumado a eso unos
extraños seres se encargarán de convertir su experiencia en algo inolvidable.
Mi primer
encuentro con ellos sucedió de forma casual.
Corría el año 1976 y nuestro mundo se reducía a una habitación oscura y
de techo muy alto perteneciente a la
casa de unos familiares maternos, recuerdo los muebles baratos y objetos
guardados por años a juzgar por el olor y el polvo. Casi todo estaba cubierto con sábanas y telas
viejas, apenas si podíamos estar allí debido a la cantidad de cosas. El pequeño espacio servía de dormitorio, sala
de estar y de juegos, nuestros conversatorios y actividades tenían lugar allí. La realidad era que ya no teníamos donde
vivir y éramos una familia que había crecido cada cinco años exactos hasta
convertirnos en cinco miembros: mis padres, mis dos hermanos y yo, el más
pequeño.
Nuestro
mundo se ajustaba a esas cuatro paredes y allí sucedía todo para nosotros,
teníamos prohibido salir para no incomodar.
Escuchábamos asombrados las risas y gritos de los demás niños así como
los golpes de pelota. Eso significaba una clara invitación a ser curiosos y
descubrir mundos nuevos llenos de diversión, pero estábamos lejos de lograrlo,
la primera vez que salimos a explorar nos asustamos por los demás chicos del
sitio, sus ropas eran diferentes a las nuestras, los veíamos muy competitivos
entre ellos y regresamos agitados.
El ala de
la casa donde nos alojaron tenía un patio trasero al que se llegaba a través
del viejo pasillo que con su oscuridad nos escondía a medias, el terreno no era
muy grande pero si tenía todo lo que
queríamos: algo de grama, luz natural, niños jugando y hasta unas jaulas aéreas
donde por vez primera vimos conejos de todos tamaños y colores. Nos costaba
creer que toda esta diversión estuviera tan cerca de nosotros. No tardamos
mucho en hacer contacto con algunos de nuestros primos y los demás chicos, así nuestras
expediciones comenzaron a hacerse frecuentes.
En los
primeros días mientras jugaba en el patio pude ver la silueta de un ser pequeño
frente a la puerta de nuestro cuarto, pensé mil cosas pero si, era una figura
humanoide de menor estatura que yo que se escondía rápidamente cada vez que yo
fijaba mi vista y me acercaba al portal del pasillo. Esta casualidad se hizo
habitual cada vez que salíamos a jugar y empezaba a convertirse en una suerte
de complicidad.
A pesar
del mal genio del tío Cleto que nos prohibía disfrutar el patio, nos las
arreglábamos para concretar cualquier juego con los demás, nunca les contamos a
nuestros padres acerca del maltrato verbal del Tío y los frecuentes castigos
que materializaba con su gruesa correa doblada en dos. Las marcas de los golpes
en nuestras piernas las justificábamos como “cosas de juegos”.
A
diferencia de mi familia, por las noches me costaba conciliar el sueño, los
primos contaban la historia de un cabeza que daba vueltas a la casa por las
noches y que salía justo por un lado de nuestro cuarto y se podía ver su
recorrido por el pasillo contiguo claramente desde la parte alta de mi litera. Nunca
la vi y para estar seguro me quedaba despierto sin éxito alguno. Lo que si
recuerdo es la visita de aquella pequeña criatura que emergía de las sombras
para permitir que le viera con claridad. Sólo me observaba, nada más y se hizo
tan seguido el encuentro, que pude hacer anotaciones detallando su aspecto,
olor, forma y hábitos.
Aprovechando
la ausencia de nuestros padres, el tío Cleto no paraba de molestarnos durante
el día y para colmo de males, algunos primos comenzaron a ser muy hostiles con
nosotros, eso llenaba mi corta vida de tristeza e incertidumbre. Por las noches
le compartía mis penurias al pequeño ser, le susurraba acerca de la maldad de
mi tío y los demás que nos obstinaban. Nunca supe si me entendía, el solo me
observaba hasta dormirme y ya en la mañana me encontraba solo de nuevo.
CONTINUARÁ
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