En una tarde fría, la vieja cafetería estaba atestada de gente y el ruido era ensordecedor, corría el mes de diciembre y la celebración navideña con sus ofertas y platillos alborotaban al vecindario. En una mesa del fondo ellos estaban por vivir un momento más, en el mismo sitio, el mismo café pero con diferente propósito, ya no hay nada más que decir y en este punto sólo una cosa puede suceder. Él no la miraba a la cara pues sabía para qué fue citado allí, los nervios le llevaban a chasquear en ambas manos con sus índices y pulgares, lo hacía coordinado como si al hacerlo pudiera detener el tiempo o cambiar su destino. Una vieja costumbre que nunca dio resultado.
-Esta es la conversación que tanto evitaste ¿Recuerdas?
-La esperaba, pero... ¿Debe ser ahora?
-Lo he pensado tanto y creo que es lo mejor para todos.
-Sé lo que vas a decir, ahórratelo y ahórrame la vergüenza, ni sabré como despedirme.
-No digas eso, sabes que te quiero, ¿Lo sabes…verdad?
-Me quieres pero no soy suficiente, yo prefiero no hablar de esto, si puedes envíame un correo en unos meses, un día lo leeré y así estará bien.
-Tú eres lo que toda mujer sueña, alguien maravilloso, lo digo en serio.
-Hoy no me interesa escuchar eso, prefiero hacerme un lugar a tu lado.
-Pero tu sabías las condiciones cuando nos conocimos, nunca te lo oculté, lo sabias.
-Sí, así es. ¿Cómo negarlo?
-Te falta poco, cuando puedas ofrecer estabilidad tendrás a quien quieras.
-Me causa gracia eso, la que no sabe algo eres tú: Te aprecio profundamente.
-Lo sé, no tienes que decírmelo, ya me lo has demostrado, pero debo buscar lo mejor, cautivas de entrada, pero acá nos separamos. Además no puedo perder el tiempo. Por cierto ¿Qué tanto necesitabas para sentirte bien? ¿Para sentirte querido?
-Si me haces esas preguntas es que no has entendido.
-Sólo quería saberlo, sólo eso.
-¿Allá te cuidan?
-No preguntes eso, todo es maravilloso. Estoy honrada de verdad. Estás siempre tan pendiente de cuidarme, me siento tan protegida cuando estas cerca.
-Pero volvemos al mismo punto, no tengo lo que se requiere, dímelo.
-Al menos no en mi caso, como quisiera haberte conocido hace unos años o en otra situación, todo sería tan diferente, me tendrías para tí.
-Claro, y para concluir ¿Qué me dirás?
-Que te extrañaré cada mañana, tus mensajes, tus ganas, tu admiración, todo aquello que creí nunca merecer.
-Voy a extrañar tu café y tus locuras, muchísimo.
-Lo sé, eres la única persona que ama mi café, sé que hay mejores pero como nunca has sido objetivo, lo tolero.
-Ahora peco de poco objetivo, te he amado como nadie y yo pensé que lo entendías.
-Por favor, no volvamos a ese punto, quiero seguir contando contigo, eres muy importante en mi vida, quiero que estés.
-¿Qué debo hacer ahora? ¿Agradecerte el gesto?
-Sigue tu vida, alguna afortunada se va a tropezar contigo y sentiré un gusto, también envidia por cierto.
-Eso ya sucedió y mira como resultó.
"En lo que creemos es amor hay un tiempo que peca de hermoso justo al comienzo, cuando nos maravillan todos los detalles, lo que hace y deja de hacer, lo que dice y lo que calla, lo que oculta para no horrorizarnos. Así deberían permanecer congelados los amores, en su etapa temprana, pueril, incauta. Daríamos la vida si fuese preciso y de hecho lo hacemos en una suerte de desgaste que no advertimos y que no podemos detener. Todo lo demás depende del mundo y su insanidad, sus reglas, formas y maneras. Erramos al no permear nuestro amor intranquilo antes los embates de lo formal, pero al final de cuentas ¿Quién adivina el futuro? En esos momentos tan intensos, nos lanzaríamos por un acantilado tomados de la mano sin pestañear ¿O no?"
-Debo irme ya, no quiero llorar o seguir hablando acerca del mismo tema ¿Si?
-Claro, pero ¿Te puedo pedir un último favor?
-Que dramático como siempre, pero sí, cuéntame.
-Permite que yo salga primero, si te veo ir no sabría ni cómo resolverlo, por favor.
-Te puedo llevar, si gustas,estamos cerca y parece que va a llover, siempre llueve a esta hora por las tardes.
-Gracias, pero prefiero caminar.
-No te victimices, acá no ha sucedido nada...¿O acaso si?
-¿Qué hago yo con eso? Para mí ha sucedido todo y me voy con las manos vacías.
-Si lo quieres ver así, hay cosas que no puedo cambiar.
-¿Nunca te han querido de verdad? ¿Es eso?
-No estoy segura, creo que sí. Y he disfrutado mucho, todo dentro de lo esperado y no me molesta, he dado y he recibido, ya nada me sorprende de la humanidad.
-Será mi consuelo entonces.
-Será.
FIN