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martes, 30 de noviembre de 2021

CAP 4 / LOS VIEJOS ALMACENES


Hasta ahora el Señor Flip lleva una vida citadina monótona y muy tranquila, lejos está de imaginarse que está a las puertas de vivir lo más alocado de su existencia porque no sólo acaba de perder a su familia, sino que está sufriendo en carne propia lo que nadie: Se está descomponiendo y le queda muy poco tiempo antes de que su cuerpo lo complique todo.

-Capítulo 4- LOS VIEJOS ALMACENES

Me levanto con dificultad del viejo mueble –Algo que cada vez me cuesta más hacer- Camino sin prisa hasta el reloj y me sorprende saber que ya son las once y treinta minutos de la mañana, tomo la llave que cuelga en un cordel y empiezo a abrir la cerradura, acaricio el picaporte tal y como lo hizo Arnoldo, escucho voces en las escaleras eso me dilata unos minutos…ahora sí, lo primero que sucede mi cabello moviéndose con la brisa, no siento nada pero sé que me despeiné.  Abro por completo y salgo, miro hacia los lados y no veo a nadie, eso me indica que debo seguir.  Comienzo a bajar la escalera apoyado en el pasamano para no perder el equilibrio, es una gran ayuda para alguien con la piel acartonada como yo.

Llegando a la planta baja escucho los gritos de los vendedores, el ajetreo de los caleteros y las cajas cayendo de un lado para otro, ¡Hay una vigorosa actividad comercial acá! Los empleados me pasan por un lado y no me notan, están sumidos en su quehacer ¡En tantas cosas!  En un par de pasos ya estoy en la acera y me siento parte de la algarabía, del alboroto y de la ciudad. Todo lo que observo simulando a un “voyeur” desde las ventanas, ahora es una realidad para mí ¡Cuanta envidia podría sentir por ver tanta vida!

Otros pasos más y estoy frente a un almacén, uno grande de verdad.  De esos que poseen una tienda en la parte delantera para despacho al detal con todas sus vitrinas llenas de frascos.  Me acerco y compruebo que están repletos de especias y golosinas, en el suelo reposan al menos una docena de sacos con granos de todo tipo.  Voy a fingir que soy un cliente, pero uno muy especial ya que con tanto viaje de trabajo pude conocer, probar y experimentar sabores, olores, texturas, será muy fácil identificarlas.

Es un gozo ver tanta abundancia representada en colores y formas, me atrevo a hundir mis manos en los sacos sin sentir tacto, aprieto mis puños con algo de fuerza ¡Qué gran experiencia! ¡Qué momento! ¡Hago algo diferente!

-¿Señor? ¿Le podemos ayudar en algo? –Una linda voz femenina me arranca de mi episodio de aparente satisfacción-

-¿Me hablas a mi…señorita? –Le contesto volteando con los puños aún llenos de granos secos-

-Sí, hablo con usted ¿Va a ordenar algo?

-¿Puedes verme y hablar conmigo? Es decir, ¿Ves todo bien muchacha?

-Sí, claro…pero mejor le llamo a un despachador Señor, tan sólo deme un momento –Explica la chica un tanto extrañada-

-¡Valentín! ¡Valentín! ¡Atiende al señor por favor! –Le grita a un fornido hombre que se encontraba afuera reunido con otros-

-El hombre se acerca y me increpa: -Señor no puede hacer eso, está prohibido ensuciar la mercancía ¿Ve lo que está haciendo?

-¡Ah disculpe, disculpe! Ya se los dejo acá, cada uno en su saco

-No, no está bien, acaba de contaminar los granos, ahora debe llevarse varios kilos de la parte superior para compensar ¿Logra entender lo que le digo?

-No, no…es usted el que no entiende, no vine a comprar, solo a ver. Quería tocar los granos un momento. Le dejo todo acá y ya me voy, espero no molestarles más.

-¡Eso no va a pasar Señor! ¡Acá no se viene a tocar, ni a pasear! ¡O paga tendremos un altercado!

-Está bien, me voy, no tengo problema, disculpen

-Pero antes de irse, debe pagar

-No tengo dinero, no tengo nada. No me entiende

-¿Y qué olor es ese? –Pregunta alarmado el hombre- ¿Es usted quien huele así? ¿Qué le sucede?

-Sí, debo ser yo,  no puedo sentir mi olor pero ya me voy, con permiso

-¡Que hediondez! ¡Usted no va a ninguna parte! –Me toma muy fuerte por el brazo, reteniéndome-

-¡Por favor, le ruego que tenga cuidado con mi brazo! –Le pido al hombre con mi voz cortada-

-¡Llama al viejo de seguridad! ¡Rápido! ¡Tenemos a otro vagabundo! –Grita el hombre dirigiéndose a la cajera del lugar-

Los gritos del reciente escándalo llamaron la atención de un agente que se encontraba cerca o quizá le avisaron lo que estaba sucediendo, en el forcejeo advierto que un hombre uniformado se hizo presente, cuál sería mi sorpresa al ver de quién se trataba.

-¿Señor Flip? ¿Qué hace usted acá? ¿Qué está pasando? –Pregunta el agente apenas me reconoce-

-¡Ah…es usted Señor Agente! Es bueno verlo acá, solo bajé a distraerme un poco, sólo eso.  Voy a pagar lo que he dañado ¡No hagamos alboroto!

-¡Este vagabundo debe pagarme! –Insistía el despachador- ¡Por lo menos cuatro kilos!

-¡Suéltalo! Este hombre no es un vagabundo y no te va a pagar nada, agradece más bien que no te reviso el almacén y los camiones, por ahí se dice que te estas metiendo en problemas con algo ilegal, así que apártate para que yo resuelva esto. –Le habla con total autoridad el agente-

El hombre suelta mi delgado brazo y aunque con resignación, me deja ir sin pagar los daños, nunca sentí miedo ni angustia, ni me resultó una molestia lo sucedido, sólo fue algo que agregar a esta nueva forma de vida, por unos instantes todos estaban alterados, menos yo.

-Vamos Señor Flip, subamos a su casa, este no es sitio para hacer paseos. Dígame algo ¿Y usted por qué está en pijama? ¿Cómo se le ocurre salir así?

-Disculpe usted Señor Agente.  No lo pensé, solo salí y no hay mayor explicación, últimamente no pienso mucho las cosas antes de hacerlas, gracias por ayudarme a regresar pero conozco el camino perfectamente

-¿Seguro que está usted bien Señor Flip?

-Bien no estoy pero no sufrí más daño, quedo en deuda con usted Señor Agente

-Solo no se meta en problemas por acá, los obreros son poco pacientes y otra cosa Señor Filp, trate de cubrir ese raro olor con un perfume, es de lo que le hablé la vez pasada, algo no anda bien con usted y debería dejarse ver por un experto ¿No está de acuerdo?

-¿Un perfume como el suyo quizá Señor Agente?

-No necesariamente, podría ser otro. No podemos tener el mismo perfume barato en esta cuadra, la gente habla Señor Flip y murmuran.

-Seguiré su consejo, ahora me voy.  De nuevo le agradezco por su ayuda, la vez pasada fui muy grosero con usted, le ruego me disculpe

-No hay nada que disculpar, igualmente lo estaré observando. Insisto en que hay algo que no me gusta acá Señor Flip.  Le voy a explicar algo: Mi bigote me dice que algo le pasa y nunca se equivoca, cuando conocí a mi actual esposa mi bigote no me dejaba en paz cada vez que me cruzaba con ella en la calle ocho y mire usted, no falló. Tenemos veinte años casados y ni una sola discusión, ¡Ni una!

-¿No será usted un dictador en su hogar Señor Agente?

-No le entiendo, explíquese por favor

-No me preste atención. Voy a subir, estoy agotado

Atrás se quedó el agente intrigado y regresé al departamento. Este es el inventario pertinente: Una expedición por los viejos almacenes con disturbios públicos incluidos, un salvamento oportuno a cargo del agente de la cuadra y un bigote presagiador que nunca se equivoca. ¡Ah! ¡Y un dictador que nunca discute!

¿Qué sigue ahora?

CONTINUARÁ

 

sábado, 27 de noviembre de 2021

CAP 1 / ACERCA DE LOS MONSTRUOS

Una joven pareja se ha venido a menos económicamente, se desesperan y piden ayuda a unos familiares para poder vivir en su casa mientras salen adelante.  Pronto sus hijos descuben el horror, la indolencia y el maltrato por su condición, verán que la vida en esa casa no es lo que ellos esperaban y sumado a eso unos extraños seres se encargarán de convertir su experiencia en algo inolvidable.

                                        CAP.1  /  ACERCA DE LOS MONSTRUOS

No me canso de repetir que el hogar materno es de vital importancia, no sólo por los recuerdos pueriles o por aquello con lo cual crecimos, como nuestro viejo cuarto, los juguetes infantiles o los sitios secretos donde nacían los  juegos y las travesuras, sino por todos los monstruos que dejamos atrás.  Si, los monstruos eran y son tan reales como tú y como yo.  Aún están allí están esperando que regresemos para lamernos la cara igual que cuando éramos niños.  Algunos permanecen escondidos en los armarios y otros en los rincones oscuros o debajo de la cama.  Ninguno fue capaz de venir  voluntariamente con nosotros  a vivir estas formas adultas de cordura, rutina, compromisos laborales y familiares.

Y así es mucho mejor, no logro imaginarlos conviviendo entre nosotros,  he sabido de muy buena fuente que quienes los han traído obligados a nuestras nuevas y adultas vidas no han logrado contenerlos en sí mismos y han pasado de padres abnegados y ejemplares a convertirse en asesinos seriales o psicópatas locales con hábitos tan asquerosos que harían vomitar al más avezado.  Así de grave es y siempre ha sido así. En nuestro mundo hay situaciones que no varían, ésta es sólo una de ellas.

Los monstruos no son ni de cerca la imagen que nos han vendido los comerciantes y cinematógrafos, no son coloridos, ni felpudos, no poseen un sentido del humor activo y tampoco hablan idiomas como el sajón o el inglés moderno, su comunicación se basa en muy pocas señas, con sus acciones te indican lo que desean y cuáles serán sus pasos para lograrlo.  Su piel es gris y muy áspera con apenas unos cuantos vellos cortos que les dan un aspecto enfermizo que naturalmente te impacta al primer encuentro.  No son muy altos pero si son fornidos, tienen un par de piernas y brazos como nosotros y en eso somos muy parecidos.  Nunca logré ver el color de sus ojos aunque advertí que no me perdían de vista, los pliegues que caen por su rostro hacen muy difícil poder definirlos y tienen un olor ferroso muy peculiar, como a orín que por cierto se torna muy intenso en algunos momentos, siempre quise saber por qué.

El que habitaba en mi habitación era muy pequeño y taciturno, a lo sumo mediría unas diez pulgadas de alto, nunca le escuche voz alguna pero sí emitía un sonido gutural ronco y tronaba sus dientes muy inquietamente, curiosamente se cubría con retazos de tela vieja, de esa que seguramente se iba extraviando con los años, justo esa que dejábamos de buscar y también portaba varias tiras rasgadas alrededor de su cuerpo y sus patas.  Puedo asegurar que se sentía más seguro cubriéndose entre las sombras de la noche,  lo que definía sus comportamientos nocturnos. Desplazarse muy rápido en mi cuarto era su especialidad, podía sentir que se movía dentro del armario y al instante tenerlo al pie de mi cama observándome. Aunque tuvimos varios encuentros a la luz del día no era su costumbre ni un hábito particular dejarse ver a la luz.

A los monstruos no hay que temerles en ninguna forma porque nos pertenecen, quizá los creamos o han acompañado a nuestra cultura desde la antigüedad,  han estado allí para protegernos como testigos silenciosos de nuestro paso.  Sólo una cosa hay que hacer y en esto quiero ser muy firme para evitar conductas inapropiadas: Hay que acostumbrarse a su presencia cuando se dejan ver.  Me refiero a no resistirse y a no agregar drama o emociones descontroladas al primer avistamiento.

Su actividad aumentaba de noche igual que la mía y en eso fuimos muy parecidos, de allí tantas coincidencias afortunadas que me convirtieron en lo que soy ahora, no todos pueden relatar encuentros fantásticos con criaturas diferentes a nosotros y pocos sobreviven a algo así por falta de equilibrio, por no saber dominarse.  Siempre tuve la precaución de registrar en un cuaderno viejo muchos de sus hábitos y recordar algunos detalles que los hacen tan particulares: Las horas de los encuentros, las cosas tan curiosas que hacían y todas las veces que solo se quedaban a mirar, si, solo a mirar. Eso hacían en ocasiones y por más que tratara de ahuyentarlos o ignorarlos, se quedaban.  ¿Que observaban tan fijamente?  No lo sé aún, su vista se clavaba en nuestra humanidad y no había forma de distraerlos.

CONTINUARÁ

jueves, 25 de noviembre de 2021

CAP 7 / EL CUARTO CERRADO


Después de abandonar el olvidado pueblo donde creció para vivir en la moderna capital, Martín recibe una agria noticia y debe retornar para encargarse del entierro de su madre, único familiar cercano que tenía y al volver descubre que el sitio no era lo que él pensaba al desencadenarse una serie de extraños eventos que lo involucran y que harán de su estadía una odisea densa y asfixiante plagada de incoherencias.

Capítulo 7 / EL CUARTO CERRADO

A todas estas no me queda otra alternativa que limpiarme como pueda, beber un poco agua de yerba luisa y seguir allí, me siento tan tonto y a la vez presente en una mala historia, todos me observan menos la anciana, me toca hacer estómago y continuar. ¿Me esperan más sorpresas desagradables? ¿Qué más sigue? Veremos cómo termina la noche. A tomar sopa pues.

¡Beto! –Grita de pronto la anciana- ¡Beto! ¡Llévense a mi esposo! ¡Cárguenlo y lo dejan con el hielo! Ya mañana veremos que dice el comisario.  Es tarde y deben irse, ya comieron y presentaron sus respetos, salgan.

El empleado llamado Beto era un hombre bajito y robusto, parecía muy atento a las órdenes de Doña Hortensia, rápidamente se acercó hasta nosotros con dos jóvenes para llevarse el cuerpo, tuvimos que levantarnos, nos colocamos a un lado mientras lo llevaban con sumo cuidado, los restos de Don Virgilio ya experimentaban lo que llaman “Rigor Mortis” o “Rigidez de la Muerte”, es decir que ya sus músculos estaban contraídos, el cuerpo se tornaba tieso y por el momento es más sencillo de manipular.

-Ven, quiero decirte algo, ven para acá –Dice la anciana dirigiéndose hacia mí y tomándome fuerte por el brazo- Antes de que te vayas debes saber algo.

Caminamos juntos hasta un rincón del pequeño salón, por vez primera desde que llegamos Doña Hortensia me mira fijo a la cara, clava su mirada en mis ojos y me dice:

-Que quede muy claro que mi esposo te entregó el sobre y también la llave, que cumplimos ya y quedamos por fuera, no quiero volver a saber de ustedes ¿Lo comprendes muchacho?

-¿Ese sobre viejo y la llave oxidada? ¡No se preocupe! Están en la casa, más tarde lo reviso o mañana –Le respondo ingenuamente-

-Dime algo muchacho ¿Eres tonto?

-Ya no lo sé Doña Hortensia, desde que llegué no se cansan de repetirlo y estoy cerca de creerlo.

-Te voy a preguntar algo que es muy importante para mí, pero antes déjame decirte que yo sabía que esto iba a pasar, te fuiste hace años y tu madre quedo sola y a merced de la vida, hizo lo que pudo y se defendió como un animal pero no le alcanzó, mi esposo y yo tratamos de ayudar como pudimos pero no fue suficiente, ahora dime algo ¿Pudiste ver lo que sucedió con el espejo?

-No le entiendo lo que dice acerca de mi madre, ella misma me envió a la ciudad con mi tío Manuel, sé que no es mi tío de sangre pero…

-Muchacho, no te pierdas en tonterías y vete, regresa. Hoy es martes y no habrá transporte hasta el sábado, pero si puedes caminar hasta La Arboleda seguro desde allí te puedes mover mejor.

-¿Por qué le importa el espejo? Estaba roto, todos lo vieron. Don Virgilio ha de partirlo durante la caída, ¿No lo cree?

-Mi esposo sería incapaz de partir un espejo, en Matorrales no hay una sola persona que se atreva a partir un espejo, por eso te digo que te largues y no regreses.

-Voy a pensar en su consejo, se lo agradezco pero en unas horas debo volver con el Comisario y aclarar el accidente de su esposo, luego ver que hago con la propiedad y entonces podré partir.

-No fue un accidente, tenía que suceder –Me interrumpió con un tono solemne-

-Sí, lo que usted diga, eso lo va a determinar la investigación ¿No cree?

-Acá no habrá ninguna investigación, te recomiendo que abras el sobre por tu propio bien y que te lleves la llave muy lejos, destruye esa casa o haz lo que quieras, nosotros ya cumplimos.

-Cuanto misterio ¿No? Que tenga buenas noches, lamento lo de su esposo, ya me voy a descansar.

-Tú no lamentas nada, tú ni sabes lo que dices. –Vuelve a interrumpirme mientras aprieta más fuerte mi brazo-

-¿Me puede soltar el brazo por favor? Debo irme.

-Váyanse, el camino es corto pero no se descuiden –Sentenció mientras soltaba mi brazo por fin-

Al sentirme liberado volteo a ver a mis compañeros de infortunio, Regalo y Gumersindo me miraban atónitos, se preguntarán que estaríamos conversando y qué fue todo eso, con un ademán les invito a salir de la fonda, ya afuera Regalo no se aguanta para preguntarme susurrando:

-¿Qué pasó allí flaco? ¿Qué fue todo eso?

-Lo normal de este pueblo, ¿No te has dado cuenta que acá nada es como debería ser?

-El cuerpo de Don Virgilio en la mesa mientras cenábamos, la anciana, el agarrón de brazo… ¿Te refieres a eso?

-¿Te parece poco? ¡Comer con un cadáver frente a tu cara! ¡Locos! ¡Todos ustedes están dementes!

-¿Puedo preguntar algo? –Nos interrumpe Gumersindo- ¿Cazar ratas no lo ve como algo normal?

-¡Por Dios Gumersindo! –Le grito dándole la espalda- ¡Caza a tu madre si es lo quieres! ¡Déjame en paz!

-Flaco, la madre de Gumersindo murió en navidad, hace tres meses –Interrumpe Regalo susurrando de nuevo-

-Lo siento Gumersindo, lo siento…no fue lo que quise decir, mira…-Me volteo apenado-

-Yo entiendo muchacho, uno dice cosas feas a veces ¿Verdad?

-Sí, así es. Yo las digo todo el tiempo…mejor váyanse, ya tuve suficiente de ustedes, gracias por todo, voy a caminar hasta la casa.

-Flaco, yo te acompaño ¿Puedo? –Me pregunta Regalo-

-No Regalo, no. Quiero estar solo, necesito pensar, descansar y algo me dice que contigo no lograré ninguna, gracias.

-¿Y te veo mañana?

-No lo sé Regalo, anda a descansar ¿Si? Buenas noches Gumersindo, vayan por favor.

Así como los despedí, fui grosero y les di la espalda, comencé a caminar por la empedrada y oscura calle, las luces del Rey Chico ya no alcanzaban a iluminar el tramo, así quedo a merced de la luz de la luna y de las pocas luminarias de las casas que me encuentro a lado y lado de la vía, no estoy muy lejos así que me desplazo a pasos lentos para pensar un poco.

Ya en la casa, sigo pensativo y sumergido en todos estos hechos poco comunes y la forma como actúan las personas de Matorrales, no creo que sean malos pero no tengo nada que ver con ellos, espero el sábado largarme de acá o antes, la licencia que recibí por parte la empresa fue de dos semanas, así que podré aprovechar una semana para escapar de aquí y otra para descansar.

El sobre, bendito sobre. Sigue sobre la polvorienta mesa, justo donde lo dejé. Me siento al frente, no dejo de observarlo, cerca permanece la botella de ron y los dos vasos. La silla donde estaba sentando el viejo Virgilio quedó allí, movida y fuera de su lugar. La llave también le hace compañía al resto de las cosas, el polvo empieza a cubrirla y sólo han pasado horas.  Una idea loca me asalta de pronto: ¿Esta llave abrirá lo que estoy pensando? ¿Después de tantos años podré entrar al cuarto cerrado?

Recuerdo que de niño lo llamaba “El Cuarto Secreto” y mamá me decía que sólo era un cuarto cerrado lleno de cosas que no usamos y que algún día lo podría abrir y nos veríamos, jamás entendí esa frase tan larga y cargada de intriga, a esa edad ni sabía yo que cosa era la intriga. Pasábamos cada año solos acá y le preguntaba siempre lo mismo y como era de esperarse, la respuesta no variaba: “Esta lleno de cosas que no usamos, un día vas a entrar y nos veremos” me decía.

¿Llegó ese momento? ¿O es llave de otra puerta? Sin misterios, sólo hay una forma de saberlo.

CONTINUARÁ

 

miércoles, 24 de noviembre de 2021

CAP 3 / LOS RECUERDOS



Hasta ahora el Señor Flip lleva una vida citadina monótona y muy tranquila, lejos está de imaginarse que está a las puertas de vivir lo más alocado de su existencia porque no sólo acaba de perder a su familia, sino que está sufriendo en carne propia lo que nadie: Acaba de fallecer pero sigue aún vivo, le queda muy poco tiempo antes de que su cuerpo lo complique todo.

-Capítulo 3- LOS RECUERDOS

Guardo silencio, sigo mirando al frente, no doy crédito a lo que escucho pero tampoco demuestro asombro por demás. Me abstraigo a propósito para pensar un poco ya que esto podría ser verdad y sé que me estoy descomponiendo, pero todo esto me suena increíble. El muchacho es un embaucador, se le nota de lejos. A ver cómo me zafo de ésta, no de la muerte sino del pelirrojo irritante y su historia increíble.

-¿Por qué no te vas? –Le pregunto-

-Solo vine a traerle estos papeles Señor Flip, nada más pero si usted gusta le puedo traer algo de abajo, ¿Cómo está su alacena? –Me pregunta levantándose del viejo mueble dirigiéndose hacia la oscura cocina, donde abre las puertas de los gabinetes superiores-

-¿Cómo va a estar la alacena? ¡Llena de potes con cal! ¡Agua oxigenada por doquier y vendas! ¡Eso es todo lo que hay! –Le grito desde el mueble-

-Ya veo, si…está surtida. No le ofrezco agua por razones obvias, ¿Desea un libro? Debajo del puente aún están los vendedores, aún es temprano y podría traerle algo de aventuras o de investigación del cuerpo humano ¿Qué opina?

-No. Quiero que te vayas, luego veo lo que hay en la caja.

-Bien, si no me necesita para algo, me regreso, aún tengo mucho recorrido y tengo hambre, esta cuadra es un gran sitio para picar algún panecillo.

El chico se dirige a la puerta sin decir nada más, pero cuando está por abrirla me asalta una duda que llegó con un pensamiento confuso y que apenas puedo distinguir, no lo tengo claro pero será imposible que me quede con la inquietud. Aunque sigo sentado más rígido que de costumbre, desde acá puedo ver los lentos movimientos de su mano izquierda buscando la llave, observo con detalle la forma como Arnoldo toma el picaporte con su mano derecha, la acaricia primero, como si no quisiera salir o si lo estuviese pensando, lentamente le da vuelta hacia la izquierda e introduce la llave, todo ocurre muy lentamente ¿Será mi seco cerebro que me juega una pasada?

-¡Espera un momento muchacho! ¡Acabo de recordar algo! Por favor, no te vayas –Interrumpo la salida del chico con mi voz quebrada-

-Sí, dígame Señor Flip ¿En qué le ayudo? –Voltea el chico intrigado-

-Arnoldo, acabo de recordar a una mujer y a una niña, son imágenes confusas, pero ahí están ¿Tuve una vida?  ¿Una familia?

-Si Señor Flip, la tuvo. Su esposa y una hija, así es.

-¿Y qué pasó con ellas? ¿Saben que estoy acá?

-No, no lo saben. No saben nada de usted ni de su estado actual.

-¿Y qué creen que pasó conmigo?

-Yo estuve en su funeral Señor Flip, fuimos todos y estuvo genial, la verdad que la agencia logró un evento muy hermoso y…

-No te distraigas Arnoldo –Le interrumpo- Dime que pasó con ellas, por favor

-Su esposa aún estaba embarazada cuando sucedió todo aquello, la vi muy afectada como todos, no paraba de hacerse preguntas pero había unos familiares que la consolaban

-¿Y después que sucedió?

-No he sabido mucho Señor Flip, unos días después su esposa estuvo en la oficina reunida con el Sr Adelino, fue algo privado, no supimos de qué hablaron, quizá de una indemnización o algo así, dicen que la suma podría ser muy alta por tantos años de servicio.

-¿Entonces ella cree que estoy muerto?

-Señor Flip discúlpeme pero está usted muerto, sin duda.

Las imágenes de esa mujer y de la niña llegan a mi mente fugazmente, muy borrosas para mí y así mismo desaparecen, como pinchazos de aguja y luego ya no están, conversar con este chico ha sido muy útil pero quiero estar solo para esforzarme en recordar más, la quietud de la casa podría ayudarme.

-Gracias Arnoldo, fuiste muy útil, puedes irte, anda a hacer tus cosas

-Está bien Señor Flip, vendré en una semana como siempre y si surge algo antes, estaré por acá, Don Adelino está muy ansioso por estos días, debe ser por el cierre fiscal, este tipo de cosas le aterran porque debe pagar mucho dinero al estado, él no es muy amigo de pagar…usted sabe.

El chico se dio vuelta y desapareció por la vieja puerta, escuché cómo se aseguraba por fuera que todo estuviera bien con la cerradura, el sonido de sus pasos desaparecían en las escaleras que dan hacia el piso contiguo así cómo escucho las pisadas de todos los que suben y bajan sin parar por estos recovecos oscuros.

No recuerdo haber salido de acá, quizá lo hice pero lo tengo presente en mi memoria, ¿Cuántas calles llenas de colores, olores y personas disfruta Arnoldo al venir? ¡Cuesta imaginarlo! El movimiento que puedo ver por mis dos ventanas me dice que hay mucho allá abajo. Un callejón tranquilo y una avenida principal transitada delatan el latir de esta ciudad, cómo me gustaría bajar y conocer o tal vez reconocer.  ¿Por qué no? Hoy supe que llevo meses acá encerado pero en mi mente solo han pasado un par de días, no lo entiendo ahora, espero encontrar respuestas.

La conversación con Arnoldo me llena de contradicciones y las imágenes borrosas de la mujer y la niña no deja de pasar por mi confuso cerebro, van y vienen, se mezclan y me confunden, no respiro ni transpiro, no sufro de apetito ni defeco, no me da sed ni sueño pero mi mente se activa muy bien por ratos y en otros instantes se atropella a sí misma, no siento nada pero saber que sucedió con mi esposa y mi hija aparecen como un prioridad en mi panorama inmediato.

¿Saben qué? Quiero salir, si, salir a ver que hay afuera y que se siente, no voy a estar más tiempo en este viejo mueble, debo planificarlo bien o será un fracaso y pondría en riesgo mi permanencia en este viejo, frío y sombrío apartamento. ¿Me atrevo o lo pienso por unas horas? ¡Tengo toda una vida para pensarlo! ¿Qué podría salir mal? Nadie se dará cuenta, con tanto alboroto debería pasar desapercibido, de eso estoy seguro.

Creo que han pasado un par de horas desde que tuve la idea de salir a husmear, no alcanzo a ver la hora en el desgastado reloj de pared, mi vista se ha deteriorado con los días o meses, el paso del tiempo parece no afectarme a la misma velocidad que afecta al entorno de estas calles. Escucho los gritos de los hombres que descargan mercancía para las tiendas de abajo y se mezclan con las cornetas de los autos cuyos choferes se desesperan ante tanto desorden y cruce de carretillas de un lado para el otro, muchos caen en insultos y las emociones se disparan, sé que es el tiempo que los afecta y les ordena cómo deben actuar, unos van tarde y otros ni llegarán, algunos lograron cumplir con sus tareas y de seguro hay cientos que en su lucha contra el reloj ya se rindieron y dejan que el mundo avance.

Esta decidido, voy a salir. Debo levantarme y seguir el protocolo de quien va a pisar afuera, eso implica dominar los detalles y tener una lectura perfecta de cada paso que daré, ¿Cómo lo voy a lograr? Si no me levanto, poco será lo logrado. Hacia allá voy, el tiempo no me detendrá.

CONTINUARÁ

 

lunes, 22 de noviembre de 2021

CAP 2 / ARNOLDO, EL IRRITANTE


Hasta ahora el Señor Flip lleva una vida citadina monótona y muy tranquila, lejos está de imaginarse que está a las puertas de vivir lo más alocado de su existencia porque no sólo acaba de perder a su familia, sino que está sufriendo en carne propia lo que nadie: Acaba de fallecer pero sigue aún vivo, le queda muy poco tiempo antes de que su cuerpo lo complique todo.

-Capítulo 2- ARNOLDO, EL IRRITANTE

Han pasado apenas veinticuatro horas desde que me sucedió esta desgracia que me ha dejado abandonado entre la vida y las penumbras, he quedado en medio sin experiencia previa ni precedentes, ¿Cómo me sucedió esto?  Soy sincero al decir que no lo sé, hoy es viernes así que debí fallecer entre el miércoles y el jueves sin duda.  En medio de este silencio vienen a mi mente los hechos que precedieron mi deceso y al momento de recordarlos quisiera sentir un pesar lleno de angustia pero no puedo, recuerdo bien los episodios dolorosos de mi vida cuando fingía dormir pero ese dolor trancado en medio del pecho no lo permitía, a eso me refiero, eso es lo que no siento, lo que ahora deseo.

-¡Toc Toc! –Escucho que tocan de nuevo a la puerta, ojalá no sea el agente entrometido-

-¿Quién toca? ¿Es un vendedor de prendas? ¡No las uso y no me interesa quién las usa! ¿Me está escuchando? –Traté de gritar desde mi mueble y no sé si lo logré, mi voz quebrada me delata, no es la voz usual de un hombre de cuarenta y cinco años-

-¡Señor Flip! ¡Soy yo, Arnoldo! ¡Abra! –Me responde una joven y enérgica voz al otro lado de la puerta-

-¡Vete! ¡No quiero lo que vendes! ¡Anda a ofrecer a otro lado!

-¡Pero Señor Flip! ¡Usted me pidió que viniera! ¿Qué hago con todo esto ahora? ¡Abra!

-¡Vete! ¡No voy a decirlo de nuevo! –Ese era mi ultimátum para el entrometido visitante-

-¡Voy a abrir Señor Flip! ¿Quiere que use la llave?

-¡Muchacho insolente! ¿A qué llave te refieres? ¡Aléjate de mi puerta! ¡Farsante!

-¡Me refiero a la llave que me dio para estos casos Señor Flip! ¡Lo conversamos! ¿Recuerda?

Los recuerdos no son mi fortaleza desde hace un par de días, siempre fui muy bueno para los rostros y las fechas, mi trabajo como vendedor de perfiles de hierro lo ameritaba, cuando alguien en la oficina olvidaba un dato acerca de un cliente sólo bastaba con preguntarme y allí estaba yo con la información precisa, mi jefe Don Adelino Di Pasquale siempre me decía: ¿Qué haríamos acá sin ti Señor Flip? Eres la memoria de mi empresa, ¡Perfiles y Vigas Di Pasquale se acaba el día que te vayas! ¡Se acaba!

Y así transcurrieron veinticinco largos y hermosos años, siendo la memoria de la empresa de Don Adelino, su pupilo, casi un familiar o tal vez como un hijo, ese era yo: El Señor Flip Mondragón Tercero, sólo precedido por mi padre el Señor Flied Mondragón Primero y mi hermano mayor el Señor Floyd Mondragón Segundo, ya les contaré acerca de la dinastía de mi familia, por ahora debo deshacerme de este molesto e insistente joven.

-¡Voy a abrir Señor Flip! ¿Está usted vestido? ¡No quiero ver nada que no deseo ver! –Grita la joven e irritante voz-

-¡Haz lo que te dé la gana! ¡Entra si quieres! –Le grito-

Y si, veo como la cerradura se mueve y la perilla de bronce patinado de mi puerta comienza a dar vueltas, la voz no mentía, ¡Tiene la llave de mi casa!  Ya que igual va a entrar, no me va a encontrar atemorizado ni sumiso, enderezo mi espalda, trato de cruzar mis pies hasta donde la seca piel me lo permite, aprieto mis babuchas y miro fijamente hacia la ventana cerrada. Circunspecto, derecho y lleno de orgullo, así me encontrarán. Que no se diga que un Mondragón fue arrinconado, no señor.

-¡Buenos días Señor Flip! ¿Cómo está usted? –Grita atropelladamente mientras carga una caja llena de papeles aquel figurín de muchacho de cabello rojo ensortijado y cara llena de pecas, nariz respingada y de baja estatura, me sorprende verlo ataviado en una suerte de trajecito formal de extraña combinación de cuadros y chaleco interno, parece sacado de un viejo catálogo de tienda departamental, pantalones con ruedo alto como si fuese a brincar pozos en invierno y zapatos tipo charlestone pero muy económicos, puedo ver.

-¿Qué cómo estoy? ¡No te interesa…fenómeno! –Le contesto agriamente sin dejar mi pose- ¡Al menos cierra la puerta! ¡No vaya yo a pescar un resfriado por tu ineptitud!

-¡Ah sí! ¡Como si pudiera usted enfermarse Señor Flip! Pero está bien, voy a cerrar la puerta, pasar doble llave, guardo la llave en mi bolsillo y todo vuelve a estar como a usted le gusta, ¿No es así?

-Acá le envían, hoy hay mucho que hacer… ¡Ah! Por cierto, la cuenta de Carreteras Panamericanas del Norte requiere una proyección adicional para cubrir los astilleros, Don adelino manda  a preguntar si usted recuerda dónde se guardaron las copias del plan paralelo del año pasado, usted sabe, eso había quedado engavetado y ahora no aparece.

-Oficina del piso cuatro, segundo cubículo a la izquierda después de la recepción, mueble color beige con chapilla rota en la esquina, tercera gaveta de la derecha, carpeta marcada como “Panamerican”, hay tres copias pero solo dos están completas, las reconocerán porque están selladas. ¿Es tan difícil recordar eso? –Le digo en tono repelente sin mirarlo por un segundo-

-¡Usted es el mejor Señor Flip! ¡Nunca falla! ¡Como lo extrañan en la oficina! –Exclama el pelirrojo con una actitud entre asombro, pasando por agradecimiento y finalizando en admiración-

La verdad, no tengo idea cómo pude recordar todos esos detalles tan precisos si acá en casa apenas puedo rememorar pasajes de las últimas horas que me expliquen lo que me está pasando y toda esta pesadilla que vivo en carne propia, que no es normal y que no tiene referencia alguna que yo sepa.

-Muchacho dime algo, pero quédate allí parado, no te acerques por favor, cuando entraste mencionaste algo acerca de mi salud ¿A qué te referías? Ayúdame con eso –La pregunto al joven sin voltear mi cara, solo mis ojos que los escudriñan-

-¡Ah Señor Flip! ¿Hoy es uno de esos días? No recuerda mucho hoy acerca de usted ¿Verdad? Mi Señor Flip se lo voy a decir una vez más –Ahora el chico se sienta a mi lado y coloca su mano derecha sobre mi pierna izquierda- Usted falleció hace unos meses, creo que sufrió un paro cardiaco y luego la verdad no sé cómo sucedió, pero usted no se dio por vencido y no completó el ciclo, es decir que no murió realmente, se está descomponiendo muy lentamente pero como que no acepta su deceso y acá lo tenemos, apartado pero no escondido y es tan útil para Don Adelino que lo acomodó acá, para que siga ayudándole con su empresa, mientras vemos que sucede. Eso es Señor Flip ¿Ya lo recuerda?

-Me estas embaucando ¿Verdad pelirrojo insolente? –Le levanto fuerte la voz- ¿Cómo puede ser eso cierto? ¿Y cómo es que no lo recuerdo?

-Mi querido y admirado Señor Filp, esto le pasa cada vez más seguido y aunque usted no lo recuerde, ya lo hemos conversado en muchas oportunidades, éste momento se ha repetido una y otra vez y para eso estoy acá, no hay problema. –Dice el muchacho mientras sonríe y me da una palmada en la pierna, que por cierto, no llego a sentir-

Guardo silencio, sigo mirando al frente, no doy crédito a lo que escucho pero tampoco demuestro asombro por demás. Me abstraigo a propósito para pensar un poco ya que esto podría ser verdad porque sé que me estoy descomponiéndo, pero todo esto me suena increíble. El muchacho es un embaucador, se le nota de lejos. A ver cómo me zafo de ésta, no de la muerte sino del pelirrojo irritante y su historia increíble.

CONTINUARÁ

domingo, 21 de noviembre de 2021

Cap. 1 / TODO EMPIEZA POR EL PRINCIPIO


Hasta ahora el Señor Flip lleva una vida citadina monótona y muy tranquila, lejos está de imaginarse que está a las puertas de vivir lo más alocado de su existencia porque no sólo acaba de perder a su familia, sino que está sufriendo en carne propia lo que nadie: Acaba de fallecer pero sigue aún vivo, le queda muy poco tiempo antes de que su cuerpo lo complique todo.

-Capítulo 1- TODO EMPIEZA POR EL PRINCIPIO

-Muchas gracias por venir Señor Agente-Pude atinar inquietamente como quien recibe una visita inesperada- pero la situación acá no está fuera de control. No he sabido de ningún vecino que haya presentado queja alguna. ¿Usted si, Señor Agente?

- Señor Flip, recibimos tres quejas en el departamento esta semana, por eso estoy acá –increpó el agente-

-Y a mí me cuesta creer que usted insista, si no tiene nada más que preguntarme le pido que se retire, me siento algo cansado y necesito recostarme, la soledad que también agota.

El agente no dejaba de observarme como quien no cree lo que ve, como intentando hacerme confesar algo que no hice, entre sus canas perfectamente peinadas con gomina, sus gafas a media nariz y su traje barato pero bien planchado, parecía más bien un director de escuela mal pagado y yo el alumno interpelado.

-Muy bien, hemos terminado por ahora Señor Flip, pero no crea usted que dejaré de observarlo, Esgrimió el agente levantándose de mi hundido y descuidado mueble-

-Lo acompañaría hasta la puerta, pero está justo detrás de usted. ¿Sería tan amable de cerrar al salir?

-Como no –afirmó el agente- nada me cuesta. –dijo dirigiéndose hacia la pequeña puerta en tan sólo dos pasos que me parecieron eternos, para luego desaparecer dejando sólo el aroma de su perfume corriente.

Una vez largado el agente entrometido, me senté a mirar el techo deteriorado, la verdad es que a mí sí me llegaba un olor a descompuesto, pero no lo iba a admitir, al menos no por ahora. Necesitaba estar acorralado y aún no me considero contra las cuerdas, aún no.

Este mueble en el que recién estoy recostado es ahora mi único amigo y huele a mí, puedo descansar en él, le cuento con lujo de detalles mis últimas ocurrencias, hasta llego a dormir acá sentado por horas enteras y me entretiene muchísimo levantarme y ver cómo queda la forma de mi cuerpo en el relleno vencido, que por cierto aún conserva su color rojo y está irremediablemente reñido con mi almohada azul de paticos amarillos, cada vez que la traigo al mueble para dormir una buen siesta juntos, la encuentro tirada en el suelo sin explicación alguna y sin indicios, sólo recibo la indiferencia de ambos objetos, lo cual me indica que algo anda mal, muy mal en esta casa.

Para ser sincero, no tengo nada que hacer más que estar sentado acá y pasar tiempo de un lado a otro dentro de estas paredes, es lo bueno del desempleo y del divorcio, ambos te regalan tiempo, te devuelven todo aquello que las empresas y el matrimonio te han robado, todo lo que han tomado sin pedir permiso. Todos deberíamos ser desempleados y divorciados alguna vez, sólo para pasar tiempo en nuestros hogares, eso eliminaría el tráfico innecesario, los rancios almuerzos fríos de oficina junto con las conversaciones intrascendentes de los compañeros de infortunio.

Mirar por las ventanas también le da sentido a mis horas, mi cuadra no es tan entretenida como quisiera pero eventualmente puedo hacerme de un buen espectáculo si soy paciente, otra ventaja de la soledad es que si pasara horas en una oficina me perdería toda la vida que se puede apreciar siendo un mirón, un voyeur de tercer piso. Observar cómo caminan mis vecinos, qué miran, cómo lo miran, a qué hora salen y si regresan o no, los que llegan y los que se mudan, las cosas que botan y las que recogen, siendo honesto llega a parecer un programa de televisión, las rutinas, el reparto, los personajes invitados, los especiales de fin de semana y otras fechas. Mis ventanas me muestran mucho más de lo que creo observar, me dan tanto que hasta he llegado a colocarles nombres propios sacados de la historia humana, claro está.

Voy a explicarme: Sólo son dos ventanas, la pequeña pero entusiasta y muy ocupada Martha, inquieta y diligente, nunca está tranquila, siempre está golpeando por la brisa lo que la convierte en una chica muy difícil de controlar.  Y por supuesto está María, la grande. Ambas están colocadas en los extremos de una larga pared con forma de ele, Marta da hacia el callejón pequeño, es un sitio tranquilo pero de grandes secretos y María esta justo donde empieza la avenida principal con todo su bullicio, escándalos, autos veloces, camiones cargados y gritos de los comercios, ¡Ah! por cierto otra ventaja más de ser un mirón es la perfecta invisibilidad.

Creo que ya en este punto debo sincerarme con quien esté leyendo estas líneas, y para honrar mi compromiso voy a decir la verdad: Estoy muerto, pero no muerto de envidia o de soledad, ni muerto de cansancio o cualquier otra utilidad que se le pueda dar a esa idea, yo en realidad estoy muerto, dejé de respirar, ya no duermo ni transpiro, no siento hambre ni sed, voy al inodoro y pierdo mi tiempo y honestamente siempre pensé que iba a ser peor pero no siento nada en realidad, he estado observándome y mi piel ha ido cambiando, ahora está acartonada en algunos puntos complicados como las rodillas, los codos y parte de la cara.

Es muy incómodo permanecer en una sola posición por mucho tiempo y debido a esa nueva condición debo mantenerme activo y moverme de un lado al otro, hace poco me coloqué una crema que encontré en el baño y me apresuré a aplicármela en la cara, fue un ejercicio que me dio resultados inútiles y es que ya no transpiro ni absorbo a través de los poros, es una acción que mi cuerpo no ejecuta obviamente.  Pasé varios minutos observándome frente al espejo, invertí una buena cantidad de tiempo viendo mi rostro. La poca luz del bombillo amarillento me otorgaba un carácter dramático como quien juega al personaje antiguo, las sombras que se producen en mi rostro se cuelan entre las arrugas producidas por mi muerte, quiero sonreír y me cuesta, quiero comer y no tengo hambre, quiero vivir y no puedo y si quisiera morir, tampoco se me da.

CONTINUARÁ

sábado, 20 de noviembre de 2021

CAP 6 LA VIUDA INCOMODA


Después de abandonar el olvidado pueblo donde creció para vivir en la moderna capital, Martín recibe una agria noticia y debe retornar para encargarse del entierro de su madre, único familiar cercano que tenía y al volver descubre que el sitio no era lo que él pensaba al desencadenarse una serie de extraños eventos que lo involucran y que harán de su estadía una odisea densa y asfixiante plagada de incoherencias.

Capítulo 6 / LA VIUDA INCÓMODA

El cuerpo del viejo Virgilio reposaba sobre una de las mesas del fondo, lo cubría un mantel curtido y aunque la cara estaba parcialmente descubierta, era muy fácil de reconocer, estaba rodeado por seis velas encendidas. ¿Pero qué hacía allí? ¿Quién lo trajo? ¿Qué pasa en este pueblo del demonio?

Aunque no necesito confirmar me acerco para observarlo, extrañamente tiene la cara cubierta con barro y recuerdo muy bien que lo dejé sentado en la poceta, aún presenta la misma mueca extraña que marcó su rostro en ese momento. Me cuesta creer todo lo que está pasando y estoy viviendo, mientras más pronto lleguemos al fondo de esta locura podré regresar a mi vida que no es un lujo envidiable pero sí mucho mejor que esta insanidad.

¡Caramba, El hijo de Ña Felicia nos visita! –Me sorprende una voz de anciana con acento luso justo detrás de mí- ¿Has venido a comer o a despedirte de mi esposo?

Me tardé un par de segundos en voltearme, mis ojos ven a una señora de edad avanzada muy espigada, tanto así que sus pómulos sobresalen por lo delgada de la piel en su cara, con ojos verdes saltones que realzan su aspecto poco amigable a mi parecer, no deja de mirarme fijamente como quien espera una respuesta que por cierto, no sale de mi con facilidad.

-Señora…ah…es un gusto…vine a ver…a comer…no sabía que el cuerpo estaba acá…disculpe, me sorprende todo esto –Apenas si puede balbucear-

¡Si Doña Hortensia! –Interrumpió con seguridad Regalo- ¡Vinimos a presentar nuestros respetos a la familia y a comer también, si aún queda algo!

-¿Y qué van a comer? –Es lo único que pregunta la anciana- ¡Solo queda el fondo de la sopa!

-Eso servirá Doña Hortensia, para nosotros está bien ¿No es así Gumer?

-Si…si, un poco de sopa es suficiente...ya es muy tarde –Responde Gumersindo sin dejar de frotar sus manos por los nervios, no sabía yo que un cazador de ratas podía verse afectado por algo así-

-Bien, entonces sopa tomarán y con un poco de pan del mediodía, está tieso pero si lo remojan en el caldo lo podrán tragar, pero eso si les agradezco: Van a comer junto a mi esposo, nos van a acompañar y se irán cuando yo lo diga ¡Beto! ¡Arregla las mesas y tráeme cuatro platos de fondo! ¡Muévete!

Regalo y Gumersindo estaban tan paralizados como yo, la incomodidad se sentía en el ambiente y sólo el ruido del empleado ordenando las sillas en la mesa donde reposa el cadáver de Virgilio nos distrae de otro momento sórdido del pueblo de Matorrales, donde todo es posible, hasta ahora.

Después de unos silenciosos minutos que duraron siglos, traen la cena y la sirven justo donde yo no deseaba: Alrededor del cuerpo del viejo Virgilio, eran platos pequeños y muy hondos así que no era un problema el espacio sino la colocación, un par de cestas de pan y una jarra con agua de yerba luisa, eso era todo.

La anciana se nos acerca y con un ademán de su mano derecha nos invita a sentarnos, me llama la atención que se queda de pie hasta confirmar que todos estamos en nuestros sitios, por mi parte me senté a su lado izquierdo, justo donde reposa la cabeza del viejo Virgilio, lo hice por acompañarla y dar la cara, no porque fuese el mejor lugar.

-¿Y tú, menina? ¿Sigues puteando no? –Pregunta sin mirar a Regalo a la cara, más bien la tiene hundida observando el plato de sopa y moviendo la cucharilla dentro-

-Si señora, aún lo hago –Le respondió Regalo de lo más normal-

-¿Y cómo te va? En este pueblo ya no quedan hombres y todos te conocen, ¿Tú no eres la más joven de la casa rosada?

-Si señora, soy la hija de las cuatro grandes, ellas comían aquí antes de la prohibición del Regente ¿Usted las recuerda? No ha pasado mucho tiempo.

-¿Y tú? ¿Qué me trajiste? –Cambió el tema dirigiéndose a Gumersindo-

-Lo de siempre, dos docenas bien frescas, son de hoy. Pueden bajarlas cuando quieran, ya con estas son seis docenas que me deben.

-¿Me estás cobrando en un momento como éste? ¿Te atreves a tanto viejo mugroso? –Le gritó la anciana-

-Lo voy a tolerar por Don Virgilio, pague usted después, pero no se le olvide –Refunfuñó Gumersindo-

A todas estas yo me limité a ser un espectador sorprendido por la descarnada conversación que estaba presenciando, la anciana no tenía pelos en la lengua por lo que pude ver, igualmente a Regalo le parece muy normal hablar de su medio de sustento y al cazador le urge cobrar su dinero. Veo que todos toman la sopa de lo más animados, como si no tuviésemos un cadáver al frente que se descompone a cada minuto, la verdad es que no puedo comer en estas condiciones, voy a probar un sorbo sólo por cumplir pero no estoy nada complacido con la turbadora escena.

-¿Y usted? ¿No va probar bocado? El fondo de la sopa es lo mejor que tenemos –Me tocó el turno de ser interpelado-

-Como no, ya voy a probar su sopa, sólo estaba atento a la conversa, muy amena por cierto

-¡No hay nada ameno de que hablar con estos dos! ¡La puta y el cazador! ¡Gran vaina que me trajeron a la fonda! –Sentenció la anciana ahora si mirándome a los ojos y apretándome del antebrazo con su acartonada y fría mano-

Apenas pude fruncir el ceño para tomar el primer sorbo de la sopa que no huele nada mal y me llevo la gran sorpresa: ¡Es la mejor sopa que he probado en toda mi vida! Aparte de la de mi madre que era una deliciosa costumbre de los sábados en casa, esta receta es realmente encantadora y la presencia de los ajíes y lo bien aliñada que está la hace realmente adorable, que equilibrado su sabor, puedo ver los pequeños y delicados trocitos de pollo en el fondo, han tenido la rara delicadeza de hacer tiras cortas con su blanca carne, estoy muy sorprendido y me digo a mis adentros: ¡Que grata sorpresa! ¡Por fin una buena de matorrales!

-¡Señora! ¡Esta sopa está realmente deliciosa! ¡La felicito por la receta! ¡Me encanta la sopa de pollo! –Le comento sinceramente halagándola-

-¿Pollo? ¿Has visto un pollo por acá muchacho? –Me pregunta la anciana con cierto dejo de ironía-

-Flaco no… -Escucho a Regalo como susurrándome-

-Rata mijo, acabas de probar la sopa de rata de la casa, la receta es de Virgilio pero acá todos la sabemos hacer… ¡Pollo! ¡Que tonto este muchacho!

¡Al escuchar el ingrediente principal de la receta no pude evitarlo y me fui en vomito! ¡Allí mismo y delante de todos expulsé lo poco que pude probar! Y no fue por el sabor porque está muy bien preparada, fue por la impresión y por todo, mi estómago no está para esto ahora.

-Flaco ¿Estas bien? Toma, bebe agua de yerba, ya se te va a pasar –Me dice Regalo levantándose de su asiento y tratando de auxiliarme-

-¡Dios! ¡Discúlpenme por favor! ¡Qué vergüenza con usted Doña!

-Vergüenza la tuya muchacho, pero sigue comiendo, ya lo van a limpiar –Refunfuña-

A todas estas no me queda otra alternativa que limpiarme como pueda, beber un poco agua de yerba luisa y seguir allí, me siento tan tonto y a la vez presente en una mala historia, todos me observan menos la anciana, me toca hacer estómago y continuar. ¿Me esperan más sorpresas desagradables? ¿Qué más sigue? Veremos cómo termina la noche. A tomar sopa pues.

CONTINUARÁ

lunes, 15 de noviembre de 2021

Cap 5 EL REY CHICO

Después de abandonar el olvidado pueblo donde creció para vivir en la moderna capital, Martín recibe una agria noticia y debe retornar para encargarse del entierro de su madre, único familiar cercano que tenía y al volver descubre que el sitio no era lo que él pensaba al desencadenarse una serie de extraños eventos que lo involucran y que harán de su estadía una odisea densa y asfixiante plagada de incoherencias.

Capítulo 5 / EL REY CHICO

Somos lo más parecido a un pelotón desastroso, así mismo vamos a despertar al comisario pero es él quien nos sorprende al salir por un costado de la comisaría para gritarnos:

-¿Se puede saber que hacen acá? ¡No son horas de andar jodiendo por ahí!

-¡Ah que cagada de susto comisario! ¡Tremendo! –Me volteo a responderle-

-¿Cómo estás hombre? ¿Buena la faena? –Le pregunta el comisario al cazador sosteniendo aun en sus manos una larga y vieja escopeta

-Fue un buen día jefe, venía de regreso por la vereda sur y me encontré al muchacho, es el hijo de Ña Felicia la muerta, dice que hay otro muerto en su casa, lo traje para que le cuente, pero ya yo me voy o pongo las ratas en hielo o no voy a tener nada mañana para llevar al mercado

-Sí, se quién eres muchacho, lo sé ¿Y qué haces con la puta? –Me habló con firmeza, como quien regaña a un hijo-

-Por favor no le diga puta ¿Podría? –Le respondo al comisario-

-¡No flaco! Está bien, soy puta ¿Cómo me van a decir pues? –Me interrumpe la chica tomándome del brazo-

-Bueno Comisario, le cuento: El asunto es que el viejo de la fonda fue hasta la casa de mi mamá, yo estaba descansando cuando tocó la puerta, entró, conversamos, me entregó unas cosas, bebimos algo de ron y se fue a utilizar el inodoro y ya no regresó, tuve que ir a ver que estaba pasando porque escuche que conversaba con alguien y luego hubo un golpe fuerte y un gran silencio, al llegar ya el viejo estaba muerto allí sentado, no sabía qué hacer y luego pues me vine para que me ayude por favor-Le expliqué al jefe-

-Mmmm ya veo –Refunfuña a regañadientes el enorme hombre que más bien parece un Cascanueces gigante con ese raro uniforme -¿El espejo estaba roto?- Me pregunta sorprendiéndome-

-Pues sí, estaba roto ¿Pero cómo lo supo?

-Vamos bajando más bien, el cazador nos llevará y la puta puede irse, acá no sirve de nada, sólo de metiche –Fueron las órdenes del comisario-

-Pues yo voy, caminando pero voy –Dijo Regalo en un tono conformista-

Y así comenzamos a bajar hasta la casa, el camino se hizo eterno y rarísimo, nadie conversó salvo una que otra frase entre el cazador y el comisario y yo, en el medio, traté de entender lo que decían pero eran cosas del pueblo, de ellos.  Atrás, a unos pasos nos seguía Regalo, aunque son unas cuatro cuadras de regreso, me parecía de muy mal gusto hacerla caminar ese tramo mientras íbamos en la hedionda y vieja carreta.

Ya por fin estamos frente a la casa, los perros no dejan de ladrar y resultan tan molestos, salen por todos lados, ignoro si pertenecen a los vecinos o sin son del monte o de la calle, van acercándose haciendo gruñidos y cuando agitamos un brazo o les lanzamos tierra con los pies, salen huyendo para acomodarse a unos metros y luego volver con la misma operación.

-¡Vamos a entrar por atrás! Cuidado acá que hay unas zanjas de ratas y es muy fácil torcerse un pie –Nos informó a gritos el comisario caminando delante de nosotros mientras le seguíamos en fila-

-Por lo visto acá todos conocen la casa de mamá ¿No? – Le susurro a Regalo-

-No te entendí flaco –Me responde imitando mi susurro-

-¡Que acá todos saben dónde están las cosas de la casa, saben por dónde entrar! ¡A eso me refiero!

-Que si te escuché, pero que no te entendí flaquito, ¡Soy puta, no sorda!

-Bueno, si…está bien, luego te lo explico mejor –A este punto ya estamos llegando al baño por la parte de atrás, la puerta de entrada a la lavandería está abierta, esto me extraña mucho-

-A ver, ¡Muéstranos, camina adelante acá! –Dice el comisario-

-Bien, si me dan un permiso, paso y les muestro, el baño está acá mismo –Digo esto abriéndome paso entre la barriga del cazador y el cascanueces gigante del jefe, para darme la gran sorpresa:

-¡Ya no está! ¡Yo lo dejé aquí! ¡Aquí estaba! –Les grito a los demás comprobando que esta todo, el desorden, la poceta manchada, el espejo roto y los pedazos en el suelo, menos el viejo-

-Acá no hacemos nada, será mañana que preguntemos a los vecinos, si no hay cuerpo, no hay delito muchacho –Nos dijo el comisario-

-¿No va a hacer nada? ¿Después de lo que le conté y no va a hacer usted nada? ¡Al menos revise la casa, busquemos cerca, pistas, huellas, ¡Algo! ¿Al menos puede? –Le grité al comisario presintiendo que era una mala idea-

-¡Bien! ¡Busquemos por la casa! ¿Nos acompaña muchacho? –Responde el jefe-

Entramos con sigilo caminando otra vez en fila pero en esta oportunidad voy yo adelante mostrando por dónde ir, detrás de mí viene Regalo, luego el comisario y el cazador que se quedaron atrás encendiendo sus cigarrillos apestosos.

 Encendí las pocas luces que funcionan, realmente no hay nada fuera de lugar, todo sucio y desordenado como lo dejé, pero nada nuevo. Me llama la atención que el sobre y la llave siguen sobre la mesa al igual que los dos vasos con ron y la botella a medio acabar, si alguien entró a llevarse al viejo, no pasaron hasta acá o no les interesaron esos objetos o la bebida.

-Flaco, ¿Esas son las cosas que te trajo el viejo? –Pregunta Regalo sin soltarse de mi brazo-

-Sí, puro desperdicio, un sobre viejo y una llave que no sé de dónde es, ese viejo si supo joderme

-Quizá no, por algo se arriesgó a venir acá ¿No? Debe ser importante, yo quisiera que alguien me entregara algo así

-¿Si? ¿Por qué? –Le pregunto intrigado-

-Para sentirme querida, tu sabes, amada en alguna manera, ósea que me dejen algo para ver y una llave para usar es algo como bonito, a las putas no nos pasan cosas bonitas

Su lógica no esta tan errada, yo me siento sumergido en un gran embrollo pero para ella sería una nota agradable cargada de afecto si recibiera tanta atención y si, el viejo hizo esto por algo o para algo y resultó malogrado en demasía, cobré importancia para el en ese momento y todo resultó fatal, por lo pronto deseo salir de este pueblo cuanto antes aunque debo dejar este asunto en orden, con la ayuda del comisario supongo.

-¿Muchacho tú ves algo fuera de sitio? –Nos interrumpe el jefe- ¿Te falta algo? ¡Tú dime!

-No, todo está como lo dejé, solo falta el cuerpo, acá esta todo

-Ahora sí, vámonos, pisen con cuidado y larguémonos, mañana hay mucho por hacer-Ahora si el comisario está resuelto a salir-

-¿Podemos pasar por la fonda? Debo entregar unas ratas y por qué no, comerme algo, todo este asunto me dio hambre, es tardísimo -Comentó el cazador-

-¡Vayan ustedes! Yo me voy a dormir, mañana sigo con esto –Dijo el comisario despidiéndose rápidamente abordando el camino que pasa frente a la casa y desapareciendo en la oscuridad, desde acá le escuchábamos espantar a los molestos perros-

-¿Y la fonda está abierta aún? Muero de hambre también –Pregunté esperando respuestas-

-¿Sabes flaco? Estamos destinados a pasar por El Rey Chico, acá murió el dueño y lo menos que podemos hacer es informarles o ver que tanto saben, acá pasó algo y si no nos movemos nosotros mismos, nadie va a venir a aclararlo, esto es un pueblo pequeño

El cazador nos miraba con los ojos sobresaltados y una sonrisa ingenua, hasta que nos dijo: -Tengo hambre- Regalo y yo nos miramos y no pudimos evitar reírnos, creo que por fin me relajo un poco desde que recibí la noticia de la muerte de mamá y Regalo no sé si tiene motivos para reír, no la conozco, pero dentro de mí le agradezco la compañía.

Salimos de la casa en la carreta hacia la fonda El Rey Chico, hasta hace un par de horas propiedad del viejo Virgilio Galarza Pomes, un inmigrante que como casi todos, salió de su país por causa de la guerra y la intolerancia, para encontrar un hogar en un pueblo perdido del norte de Suramérica, historia repetida, trillada, mil veces mencionada pero es real, el pobre viejo salió de su tierra a dejar los huesos tan lejos.

-¡Allí queda muchacho! ¡Es esa casa con las luces encendidas! –Me señala Gumersindo con su dedo sucio-

-¡Yo sabía dónde quedaba! Mi madre trabajó allí cuando pequeño, eso aún lo recuerdo ¡Si, como no! Yo venía en las tardes a buscarla al terminar su turno y siempre, siempre me tenía algo escondido en su delantal, ya yo lo sabía y ella para entretenerme fingía no saberlo para que yo me asustara al pensar que se le había olvidado, ¡Pero allí estaba! Sólo tenía que meter mi mano y listo…un pedacito de panela o papelón de azúcar oscura era suficiente para alegrarme el día y a mamá también, ¡Que tiempos!

Al entrar a la fonda tan tarde yo sólo espero que esté todo recogido y así es, había un par de personas recogiendo, las sillas ya estaban sobre las mesas naturalmente y cuál es nuestra sorpresa al ver al fondo izquierdo del pequeño salón… ¡Al viejo Virgilio sobre una mesa! ¿Cómo es posible? ¡Allí está! ¡Lo puedo ver! Ahora si esto se pasó de la raya, a ver cómo explico yo esto. ¡Diantres!

CONTINUARÁ

 

viernes, 12 de noviembre de 2021

Cap 4 EL CAZADOR Y LA PUTA



Después de abandonar el olvidado pueblo donde creció para vivir en la moderna capital, Martín recibe una agria noticia y debe retornar para encargarse del entierro de su madre, único familiar cercano que tenía y al volver descubre que el sitio no era lo que él pensaba al desencadenarse una serie de extraños eventos que lo involucran y que harán de su estadía una odisea densa y asfixiante plagada de incoherencias.

Capítulo 4 / EL CAZADOR Y LA PUTA

Son ya las once de la noche, sigo acá sentado frente al cadáver del viejo, no he dejado de mirarlo, de pensar en este día lleno de locura y de tragarme el hedor que sale del baño. La lógica más sensata dicta que debo buscar ayuda, notificar como pueda lo que acá sucedió, ojalá a esta hora encuentre a alguien en la comisaría, no me imagino esperar hasta mañana.

Mientras me coloco los zapatos y la camisa, escucho que una carreta va pasando justo al frente y corro a cruzarme con ella antes de que siga por el oscuro camino, puedo ver que es de carga y que un hombre la conduce, con que me pueda llevar un poco más allá será suficiente.

-¡Hey señor! ¡Señor! ¡Por acá! – Le grito mientras lo persigo-

-¡Ah sí dígame! ¡Qué susto! –Me comenta el hombre mientras detiene al burro que impulsa la carreta y voltea para verme mejor-

-¡Buenas noches! ¡Disculpe el escándalo pero ha ocurrido algo terrible! ¡Tengo un cadáver allá adentro, en la casa! No se cómo sucedió…pero ¿Podrá usted ayudarme?

-Mmmmm, si, supongo que sí, móntelo en la carreta pero lo quemo mañana, ya por hoy estoy muy cansado y ni voy a descargar cuando llegue, fue un día muy pesado.

-¿Qué lo monte en la carreta? ¡No! ¿Por qué haría yo eso?

-¿Quiere que yo lo haga? Son 100 pesos si está grande, ¿La mató usted mismo?

-¿De qué me habla? ¿Qué lleva usted en la carreta? –La suciedad del hombre junto a un olor fétido me decía que su carga no era vegetal, algo se estaba pudriendo allí atrás-

-Ratas ¿Qué más hay por estos campos? Hoy fue un buen día, traigo más de treinta y algunas del tamaño de un conejo, ¡Están cada vez más grandes!

-¿Ratas? ¡No! ¡Hay un hombre muerto en la casa! –Le grito indignado!

-¡Ah! Entonces son 400 pesos, disculpe no lo sabía pero acá cabe, vamos por el ¿Acepta?

-¿No me entiende, verdad? –Le digo de nuevo – ¡Lo que necesito es que me lleve hasta la comisaría para reportar lo que pasó y que alguien se encargue de eso!

-¡Ah! Si, lo llevo, siguen siendo 100 pesos –Hace un breve silencio y me dice- ¿Usted mató a alguien y quiere que lo lleve en mi carreta hasta la comisaría en la entrada del pueblo? ¿Cómo se yo que usted me va a pagar? ¿Quién me dice que no quiere usted robarme unas ratas?

-¡Por Dios! ¡No quiero sus ratas! ¡Ni robarlo! Soy el hijo de Felicia, la enterramos hoy temprano, ¿No se enteró usted? ¡Llegué de la capital a ocuparme de todo y ahora me pasa esto! –Le hablo recostándome de una de las maderas de la carreta-

-¿Es usted el hijo de Ña Felicia? –Me pregunta visiblemente asombrado- ¡Venga! ¡Venga! ¡Yo lo llevo! ¡Vamos rápido! ¡Suba! ¡Lo fuera dicho antes!

-¡Bien¡ ¡Gracias! ¡Cierro la casa y vamos! ¡Deme un momento! Disculpe… ¿Cuál me dijo que era su nombre? –Le pregunto antes de ir a trancar la reja-

-¡Si yo no le he decío mi nombre! –Me comenta soltando una carcajada- ¡A mí se me hace que usted es tonto! ¡Si, como no!

-Sí, claro ¿Por qué no me extraña eso? Mi nombre es Martín Smith Cogollo, mucho gusto –Le extiendo la mano para presentarme y cerrar el trato, pero para mi sorpresa me deja con la mano extendida-

-Ah sí, disculpe que no le dé la mano, podría estar contaminado y acá ni dispensario tenemos, le digo que en la capital hay muchas enfermedades y porquerías, yo ni sé dónde ha estado usted o que hizo con esa mano, ¡Dejemos ese saludo para después! Igual mi nombre es Gumersindo Flores Capano para servirle a asted!

-¡Vaya! ¿Recoge ratas todo el día y no se atreve a darme la mano? ¡Es usted un personaje!

-¡En eso se equivoca! –Sentencia el hombre mientras ya comenzamos a movernos- No fue todo el día, fue solo en la tarde, usted sabe, así son ellas, cosas de la naturaleza!

-Vaya que si eres particular Gumersindo, vaya que sí, atrevido y particular.

-¿Y cómo se metió un muerto en la casa de Ña Felicia? ¿Cómo pasó eso joven? –Me pregunta el hombre con gran curiosidad-

-No lo sé y no lo vas a creer, ni yo lo creo, lo pienso mil veces y no lo creo

-¿Y espera que le crean en la comisaría? ¡Si es tonto¡ ¡No hay duda! ¡ja ja ja ja!

Ahora no sé qué me molesta más, si la risa impertinente o que siga diciéndome que soy tonto. Que latoso este hombre. Al parecer ya estamos llegando, era corto el camino a través de las viejas casas a oscuras, muy rara vez vi luces encendidas pero lo que si pude advertir claramente eran algunos rostros observándonos desde las ventanas, debo ser el entretenimiento local de la semana o con mi compañero cazador de ratas formo un dúo irresistible de espiar.

-Estamos llegando, es aquella casa de la esquina -Me indica el hombre señalando con una mano-  Pero a esta hora no tiene entrada por la plaza, debes dar la vuelta y esperar que te abran, al comisario no le va a gustar nada que lo despierten a esta hora, te advierto.

-¡Buenísimo hombre, muchas gracias Gumersindo! –Me despido mientras trato de bajarme aparatosamente de la destartalada carreta- Desde acá yo resuelvo, sólo espero que alguien pueda ayudarme.

Al tratar de poner una pierna en el suelo se me enredó el ruedo del pantalón de la pierna que aún está arriba y no pude controlar el equilibrio para terminar dándome una caída de la madre santa contra el suelo empedrado ¡Qué maneras las de este día!

-¡Hey Gumer! ¿Y este capullo donde lo has cazado? ¡No me digas que conseguiste ayudante! –De pronto y de la nada aparece una chica acercándose a nosotros con una voz tan aguda que parece forzada, pero no, creo que es su voz-

-¡Hey Regalito! ¿Andas jodiendo tan tarde por ahí? ¡Te vi cuando salí y me dije que a falta de clientes, te ibas a recoger temprano! –Grita Gumersindo a la joven-

A todas estas aún sigo en el suelo y con el pie izquierdo enredado en la carreta, trato de tomármelo con calma mientras fungo de paciente espectador de la afable conversa de estos dos.

-¿Te ayudo flaco? ¿O te vas a quedar allí mirándome las piernas? ¡Y quita esa cara! ¡Yo sé quién tus eres! –Dijo la joven dirigiéndoseme mientras trataba de zafarme la bota del pantalón, ¡Qué situación tan incómoda!

-¡Ya estás listo flaco, solo no te montes en la carreta de este viejo si no sabes cómo bajarte! ¿Si lo entiendes?

-Sí, claro que lo entiendo señorita…muchas gracias por la ayuda, que pena con usted, mi nombre es Martín Cogollo Smith, para servirle –Aprovecho para presentarme mientras le extiendo mi mano, la cual ella acepta y aprieta con cierta efusividad-

-¿Viste hombre? ¡Cómo la señorita si me recibe el saludo y me da la mano! –Volteo a decirle a Gumersindo recriminándole su actitud de hace rato-

-¡Ah caramba joven! –Me interrumpe- Sólo dos cosas le diré: Que no es ninguna señorita y lo otro que le diré es que esa manito femenina ha agarrado hoy cosas peores que mis ratas, si yo fuera usted me lavo cuanto antes ¡ja! ¡ja! ¡ja! ¡ja!

-No hagas caso flaquito a este insensato, no he tocado nada que tú no hayas tocado ¿Si? Relájate un poco y si quieres podemos seguir la charla allá atrás, te puedo dar la bienvenida a Matorrales, ¡El pueblo más afortunado de la tierra! ¿Quieres flaco?

-¡Ah no! ¡No gastes ni un peso en esta criatura! ¡Putas ahora no! ¡Coño! ¡Cómprame unas ratas y desayunas como un campeón! Con Regalito lo único que vas a pasar es hambre… ¡Y tú vete de aquí que este joven viene a la comisaría!

-Amargado como siempre, por eso es que no te casaste y vives hediondo a ratas, al menos yo huelo a jabón perfumado ¿Pero y tú? –Le contesta la chica con tono irónico al hombre-

-De nuevo gracias a ambos pero me tengo que ir  a ver si hay alguien allí –Me despido rápidamente para cortar la discusión mientras me sacudo el polvo de mi pantalón negro y reviso si se me rompió con la caída-

-Mi nombre es Regalo Almeida Smith Quiroz mi flaco y te voy a acompañar así tu no quieras, ¿Estamos? –Me dijo con firmeza mientras se acomodaba la corta falda-

-Mucho gusto Señorita Regalo, es un placer pero voy solo, así está bien

-No me entiendes flaco, tú eres el hijo de Doña Felicia María Cogollo Linares ¿Y tú sabes quién fue tu madre? Te lo digo flaco: La única persona en este pueblo que velaba por mí, más de una vez me recogió borracha y tan golpeada que me daban por muerta, ¡Ni mi madre se ocupó de mí! Y si te preguntas si “Regalo” es un nombre…pues sí, lo es…mi madre ya sabía que me iba a regalar al nacer y las putas que me criaron me pusieron cada una un nombre y apellido, por eso te acompaño y te callas, ¿Estamos?

-Ven entonces –Le contesté visiblemente apenado ante esa criatura y todo lo que habrá vivido –No sabía eso de mamá- Vamos pues…

Así es como un cazador de ratas y una prostituta me acompañan a despertar al comisario para levantar el cadáver que está en mi baño lleno de mierda. Qué éxito el mío.

CONTINUARÁ